La industria farmacéutica de Estados Unidos y de Europa se anotó una importante victoria con la adopción, en 1994, del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS, en inglés), en el contexto de la entonces naciente Organización Mundial del Comercio (OMC).
Las exigencias de las corporaciones y las presiones de los países industrializados para expandir el sistema de patentes a escala mundial, se apoyan en el argumento de que las patentes promueven la innovación y contribuyen al bienestar social, político y económico, con independencia del nivel de desarrollo de los países que las otorgan y las aplican.
Esta tesis ignora el hecho de que las patentes no tienen el mismo impacto en países con diferentes niveles de industrialización, capacidad de investigación y desarrollo, y acceso a capitales para financiar la innovación, entre otras características.
El constante aumento en la solicitud y concesión de patentes que se observa en los países industrializados y algunos en desarrollo (particularmente en China), se asocia frecuentemente con el avance de la innovación a escala mundial. Este aumento no corresponde a un genuino progreso en la innovación. Al contrario, indica una desviación del sistema de patentes del objetivo para el que fue creado: recompensar a quienes contribuyen al progreso tecnológico mediante la invención de nuevos productos y procesos.