La llegada del cargamento de arenas bituminosas ha levantado las alarma entre los grupos ecologistas que opinan que la extracción y refino de este carburante conlleva riesgos sociales y ambientales muy superiores a los del petróleo convencional.
Las arenas bituminosas son una materia espesa, negra y viscosa mezcla de arena, arcilla, agua y bitumen (especie de alquitrán), cuya extracción es más barata que la del petróleo. Sin embargo, para separar el betún de la arena, se requiere una gran cantidad de agua y diversos productos químicos.
Se trata de una operación con un alto coste energético, ya que para producir un barril de éste petróleo se necesita una tonelada de arenas bituminosas y tres barriles de agua.
El experto en hidrocarburos, Joan O. Grimalt del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, explica aeuroXpress que «las arenas bituminosas son una mezcla entre carbón y petróleo, como un petróleo de mala calidad, pero tan utilizable como cualquier otro hidrocarburo».
Una contaminación no tan terrible
El impacto que genera la minería a cielo abierto en los lugares de extracción de estas arenas es alto. Según los últimos estudios de la UE, produce un 23% más de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Algunos expertos indican que las arenas se encuentran debajo de más de 140.800 kilómetros cuadrados de bosques y humedales. La extracción provocaría la deforestación de bosques, ríos contaminados, riesgo de enfermedades o lagos tóxicos. La Universidad de Alberta (Canadá) ha encontrado elementos como níquel, plomo, mercurio o zinc en aguas cercanas a la extracción.
«Si se refina bien y el tratamiento es adecuado con la tecnología precisa, no tiene por qué salir mal. El proceso genera más cantidad de CO2 y otros gases, porque es más complicado, pero en otro tipo de contaminación, no debería dar problemas», dice J. Grimalt.
Para este expertos en hidrocarburos «lo ideal sería usar petróleo ligero, pero ante las grandes demandas y la escasez de combustible de alta calidad, se está introduciendo en algunos países un petróleo de baja calidad que requiere más energía y CO2 porque hay que separarlo de las arenas, pero no es algo terrible. Lo importante es que las instalaciones sean adecuadas y se haga un seguimiento del proceso para comprobar si contamina o no».
Canadá, fuente petrolera en potencia
Si Canadá extrajera y refinase todo el betún de las arenas que posee, alcanzaría unas reservas superiores a las actuales de crudo conocidas. Según fuentes de BP, Arabia Saudí posee 264 mil millones de barriles, Venezuela, 211 mil millones y Canadá, 143 mil millones gracias a las arenas bituminosas del noroeste de la provincia de Alberta y quedaría muy cerca de Irán, que tiene unas reservas de 137 mil millones de barriles .
Grandes reservas requieren grandes compradores. EE.UU, el mayor consumidor de petróleo del mundo, ha estado importando hasta un 49 % del crudo que necesitaba, un 25 % de Canadá. Desde hace unos cinco años Estados Unidos ha estado potenciando sus hidrocarburos no convencionales, especialmente el gas de esquisto aunque con una fuerte oposición social, hasta que ha alcanzado la autosuficiencia. Por ello, Canadá ha trasladado su interés a Europa.
En este negocio no solo hay compañías norteamericanas. Repsol posee dos de las cinco refinerías que hay en Europa con la tecnología capaz de tratar estos materiales y China está desempeñando un papel cada vez más activo. Una de las tres principales compañías estatales de petróleo y gas chinas, CNOOC, compró la semana pasada, OPTI Canadá, una de las productoras de petróleo de arenas bituminosas.
El dilema en Europa: petróleo o no petróleo
Las presiones ya han dado un primer paso: el bloqueo de la Directiva Europea de Calidad de los Combustibles. Si se usa este tipo de combustible no se cumpliría el objetivo de reducir para 2020 las emisiones de GEI del transporte en un 6%.
La UE se encuentra frente al dilema de cumplir los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero o dar luz verde a petróleos extra pesados y muy contaminantes, cediendo a las presiones de la industria energética, los países productores y las necesidades de los Estados miembros.
A pesar de las posibles consecuencias, Joe Oliver ministro de Recursos Naturales de Canadá, dijo la semana pasada refiriéndose a la Unión Europea que «pueden elegir apagar las luces y congelarse en la oscuridad. La alternativa es hacer lo que todo el mundo está haciendo, usar la energía disponible»,
En opinión del experto en hidrocarburos Grimalt, «dentro del abanico de proveedores, las arenas bituminosas son una posibilidad. Es una cuestión de precio».
La cuestión sería qué precio está dispuesta a pagar la UE, el económico o el medioambiental. La Comisión Europea otorga a las arenas canadienses un valor de emisiones de GEI de 107 gramos de carbón por megajoule de energía producida y 87,5 gramos, para el crudo convencional.