«Debemos entender que las Américas al norte y al sur del Río Bravo son diferentes. Y debemos conversar como bloques», expresó este sábado 11 el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en la jornada conclusiva de la cumbre, en que por primera vez se congregaron los 35 países del hemisferio.
Con recordatorios históricos, cuñas antiimperialistas, propuestas de soluciones y metas de desarrollo, los gobernantes han expresado en Ciudad de Panamá su diversidad de posiciones políticas y de prioridades, bajo el marco del tema oficial de la cita: «Prosperidad con equidad: los desafíos de la cooperación en las Américas».
La reunión de dos días ha sido histórica por la presencia de Cuba, suspendida entre 1962 y 2009 de la Organización de Estados Americanos. «Ya era hora que yo hablará aquí en nombre de Cuba», inició su presidente, Raúl Castro, su discurso en la sesión plenaria de la cumbre.
Su presencia estuvo precedida por otro hecho histórico: el restablecimiento de relaciones diplomáticas que anunciaron el 17 de diciembre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y Castro.
Sin excepción, los jefes de Estado y de gobierno que hablaron en la sesión plenaria en el Centro de Convenciones Atlapa celebraron la participación de la isla de gobierno socialista en el coro americano, que según muchos de ellos representa el fin de la Guerra Fría y entierra un periodo de confrontaciones ideológicas entre la izquierda y la derecha.
En la cumbre Obama y Castro profundizaron el deshielo de 56 años de agrio diferendo, con un apretón de manos en la inauguración, puntos en común en sus respectivos discursos, intercambio de elogios y una reunión bilateral, donde confirmaron su decisión de avanzar hacia la normalización bilateral, sin abjurar de sus diferencias.
La región «ya no permite las políticas unilaterales y de aislamiento», expresó en su intervención la presidenta brasileña, Dilma Rousseff. «Hoy estamos reunidos en un contexto diferente», valoró.
La plena inserción de Cuba y el avanzado diálogo que sostienen desde 2012 el gobierno colombiano y la guerrilla para concluir el último conflicto armado en la región, de más de medio siglo, permite que el continente pueda declararse una región de paz, como persiguen los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Para Rousseff, «la consolidación de la democracia y los nuevos paradigmas políticos en cada uno de nuestros países han invertido la lógica de acción del Estado dándole prioridad al desarrollo sostenible con justicia social».
Con una historia de lucha sindical y contra la dictadura (1964-1985), la presidenta de la gran potencia regional, resalta que «América Latina tiene en la actualidad menos pobreza, hambre, analfabetismo y mortalidad infantil y materna, que en décadas precedentes», aunque sigue siendo la región más desigual del mundo.
Rousseff insta a lograr el crecimiento económico sostenido, guiarse por metas únicas de desarrollo y reducir vulnerabilidades en materia de seguridad, educación, migraciones, cambio climático, garantías de los derechos, cooperación, trabajo decente y prevención de desastres, como la peor sequía en 80 años que asola el sureste de su país.
Tras enfrentar algunas reclamaciones en materia de derechos humanos y respeto a la soberanía por parte de Correa, Obama indicó que «Estados Unidos no será prisionero del pasado». Expresó haber cumplido con su compromiso de «construir una nueva era de cooperación como aliados en plena igualdad en base a intereses de respeto mutuo».
«La relación entre Estados Unidos y América Latina es la mejor en muchas décadas», dijo. Y habló de «áreas en las que podemos adelantar aún más» como el respeto a las libertades universales, reavivar el crecimiento económico, buen gobierno, transparencia, políticas de juventudes, tráfico de armas y narcóticos y energía limpia, entre otras.
Recibido y despedido con aplausos, Castro se extendió en un largo recorrido histórico por las relaciones entre su país y los Estados Unidos. Agradeció a Obama por su intención de terminar el bloqueo económico impuesto a la isla desde 1962, que «afecta a los intereses de todos los Estados» por su carácter extraterritorial.
Instó al hemisferio a fortalecer la cooperación para hacer frente al cambio climático, mejorar la educación y salud. Puso de ejemplo el trabajo mancomunado entre las dos Américas frente a la epidemia del ébola en África Occidental, que se ha cobrado la vida hasta ahora de más de 10.000 personas.
Amplió que en la actualidad 65.000 cooperantes cubanos laboran en 89 países en las esferas de educación y salud. Además, analizó que el hemisferio con voluntad puede hacer mucho porque la isla, «con muy limitados recursos», ha apoyado la formación de 68.000 profesionales y técnicos de 157 países.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, invitó a invertir más en los países latinoamericanos para evitar las migraciones hacia el Norte industrial del continente, Canadá y sobre todo Estados Unidos.
Mientras, el mandatario peruano, Ollanta Humala, reiteró la necesidad de que la región diversifique su matriz productiva, basada en las materias primas, y hable sobre transferencia tecnológica.
El gran punto de fricción en la cumbre fue la orden ejecutiva firmada por Obama el 9 de marzo, donde califica a Venezuela como una «amenaza» para la seguridad de Estados Unidos. «33 de los 35 países reunidos aquí han dicho que ese decreto debe retirarse», aportó Kamla Persad-Bissessar, la primera ministra de Trinidad y Tobago.
Aunque sin confirmación oficial, ese tema habría sido la principal causa para que por tercera ocasión desde que comenzaron estas cumbres, en 1994, el encuentro interamericano al máximo nivel haya cerrado sin la prevista declaración final, que iba a titularse «Mandatos para la Acción».
Alternativos o paralelos
En cambio, los participantes en la V Cumbre de los Pueblos Indígenas de Abya Yala (América) sí convinieron en una declaración final, titulada «Defendiendo a nuestras naciones», que unos 300 líderes originarios trajeron hasta la sede de la cumbre de los mandatarios, ataviados con sus trajes, plumas y otros adornos ceremoniales.
«Si todas las voces no están representadas no puede haber prosperidad con equidad», nos dijo el jefe Hokabeq Solano, de la etnia kuna de Panamá. «ha sido muy poca la representación de nuestras comunidades en la cumbre y los foros paralelos», se quejó uno de los representantes de 55 millones de indígenas del hemisferio.
La cumbre indígena fue autónoma de la V Cumbre de los Pueblos, en que participaron más de 3.000 integrantes de movimientos sociales, y que desde 2005 opera como un foro alternativo a la cumbre oficial.
Los indígenas de Abya Yala demandaron en su declaración reformas constitucionales que incluyan a las comunidades originarias, protección a los sitios sagrados, rechazo a los proyectos de desarrollo que impliquen desplazamiento forzoso y una hoja de ruta para unificar estos pueblos, entre otras.
También unos 800 participantes en el Foro de la Sociedad Civil y Actores Sociales, que operó en paralelo a la VII Cumbre, entregaron a los presidentes mandatos con propuestas sobre salud, educación, seguridad, energía, ambiente, participación ciudadana y gobernabilidad democrática.