Las relaciones entre París y Berlín no pasan por sus mejores momentos, pero las dos mayores economías europeas han decidido estrechar nuevos lazos en materia de cooperación exterior. Pese a la dificultad de comunicación que existe entre la canciller alemana Angela Merkel y el tándem formado por François Hollande y el primer ministro francés Manuel Valls, ambos países han decidido empezar a compartir y fusionar algunas embajadas en el extranjero.
Un hecho insólito que podría sentar precedente en la Unión. Y todo ello pese a las sonadas diferencias que existen entre ambos países a la hora de gestionar la actual crisis económica. Valls, está cansado del dictamen alemán en las tan sonadas reformas y defiende que cada país realice las suyas propias y las que crea conveniente, algo en lo que ya muchos países se han revelado, «no se trata de imponernos obligaciones. Es la Comisión la que tiene que valorar estos esfuerzos», ha comentado Valls en su reciente visita a Berlín. Un viaje que coincide con un momento más que delicado para Francia con previsiones económicas a la baja, una economía estancada y las recomendaciones de Bruselas de la necesidad de realizar profundas reformas en su sistema económico.
Pero tanto Berlín como París son conscientes de su poder en Europa y de su postura de liderazgo cara a manejar la actual crisis de la UE que amenaza, incluso, con otra recesión. Y lo mejor para ello es unir fuerzas e incluso hasta embajadas que les permitirá también representar un país al otro en diferentes actos internacionales, a la par que ahorrar partidas presupuestarias para mantenerlas. Para los más críticos, un amiguismo a la fuerza cara a mostrar y proteger su hegemonía en el continente.
Lo cierto es que ambos países comparten similares puntos de vista en materias de política exterior y es por ello que han decidido compartir recursos, de forma que en adelante los diplomáticos de ambos países podrán representar a los del otro en determinados casos, tal y como ha afirmado el titular de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier. En la actualidad el actual eje franco-alemán en política exterior es prácticamente el mismo. La misma postura ante crisis como la del ébola, la situación en Ucrania, Irak o la guerra en Siria.