Estados Unidos, el mayor productor mundial de cultivos transgénicos, está buscando nuevos mercados para los cultivos estadounidenses de OMG. La estrategia de su Administración consiste en prestar asistencia a los países africanos para definir sus leyes de bioseguridad con el fin de promover los intereses de las multinacionales biotecnológicas, sin importar las amenazas de los cultivos transgénicos para la población. El nuevo informe muestra cómo el gigante de la agroindustria, Monsanto, influye en la legislación sobre bioseguridad, obteniendo la aprobación reglamentaria para sus productos, dejando el camino libre a sus cultivos, como el maíz transgénico.
Por el momento, solo cuatro países de África -Burkina Faso, Egipto, Sudáfrica y Sudán- han permitido la entrada de cultivos transgénicos comerciales.
A diferencia de Europa y otras regiones donde las leyes de bioseguridad llevan años en vigor, la mayoría de los países africanos aún carecen de normativas relativas a los transgénicos. En la actualidad sólo siete países cuentan con marcos legales de bioseguridad.
«Los gobiernos africanos deben proteger a su ciudadanía y respetar sus derechos. Estamos hablando de la alimentación básica de millones de africanos, por lo que no solo es necesario establecer mecanismos de control, sino prohibir los transgénicos en cada uno de los estados africanos», dice Liliane Spendeler, directora de Amigos de la Tierra.
En la última década, la introducción de cultivos transgénicos a nivel mundial, ha estado controlada por leyes y regulaciones de bioseguridad. Pero, además, gran parte de la ciudadanía, principalmente en Europa, se ha opuesto frontalmente tanto a los cultivos como a los alimentos transgénicos.
«Los agricultores sudafricanos tienen más de 16 años de experiencia en el cultivo de maíz, de soja y algodón transgénicos, sin embargo la promesa de que estos organismos podrían ser clave para la seguridad alimentaria no se ha materializado. De hecho, según el informe, los niveles de seguridad alimentaria están disminuyendo: casi la mitad de la población se ve afectada por la falta de alimentos, a pesar de que Sudáfrica exporta maíz», ha señalado Haidee Swanby del Centro Africano para la Bioseguridad y autora del informe encargado por Amigos de la Tierra Internacional.
«La experiencia de Sudáfrica confirma que los cultivos transgénicos sólo pueden traer beneficios para un pequeño número de agricultores con un nivel económico alto, y por supuesto a las empresas que introducen las semillas en el mercado. La gran mayoría de los agricultores africanos son pequeños campesinos que no pueden permitirse el lujo de probar semillas con un alto precio, que necesitan agrotóxicos, como fertilizantes sintéticos y productos químicos», concluye Swanby.
Del 24 al 27 febrero, se celebra el Foro Internacional de Agroecología en el Centro de Nyéléni en Sélingué, Malí. Las organizaciones asistentes al foro, que representan a millones de pequeños productores de alimentos a pequeña escala, consideran que los cultivos modificados genéticamente son parte del problema, no la solución, del hambre, del cambio climático, de la pérdida de biodiversidad y de otras crisis a las que se enfrenta la humanidad.
Consideran que la agroecología y la soberanía alimentaria son clave para luchar contra estas crisis. La afirmación la respalda Olivier de Schutter, relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, quien publicó un informe en 2011 en el que demostraba que la agroecología podría duplicar la producción de alimentos.