Irán y las potencias mundiales llegaron a un acuerdo definitivo sobre el programa nuclear de Teherán, este martes 14 en Viena, doce años después de que comenzaran las negociaciones entre ambas partes.
«Este acuerdo demuestra que la diplomacia estadounidense puede lograr un cambio real y significativo, un cambio que hace que nuestro país, y el mundo, sean más seguros», declaró el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
«En pocas palabras» la no existencia de este «acuerdo significa una mayor posibilidad de más guerra en Medio Oriente», ha advertido Obama desde Washington.
El Plan Conjunto de Acción General, elaborado durante 18 días de intensas negociaciones en la capital austríaca por Irán y el grupo de países P5+1 (Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia), congelará el programa nuclear iraní durante la próxima década a cambio de un gradual levantamiento de las sanciones que sufre el país persa.
El acuerdo «establece una fórmula sólida y eficaz para bloquear todas las vías por las que Irán podría adquirir material para armas nucleares», opina Daryl Kimball, director de la no gubernamental Asociación por el Control de las Armas, con sede en Washington.
«Establecerá restricciones verificables, a largo plazo sobre... las actividades del ciclo del combustible nuclear de Irán», explicó Kimball. Muchas de estas restricciones estarán vigentes durante 10, 15 y hasta 25 años, destaca.
Una nueva era de las relaciones entre Estados Unidos e Irán
«Con coraje, voluntad política, respeto mutuo y liderazgo, aportamos lo que el mundo esperaba: el compromiso compartido por la paz y aunaremos esfuerzos con el fin de que nuestro mundo sea más seguro», declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif, este martes 14 desde Viena.
«Este es un día histórico también porque estamos creando las condiciones para la construcción de la confianza y la apertura de un nuevo capítulo en nuestra relación», agregó. Aunque el acuerdo se firmó con el P5+1, la relación directa entre Estados Unidos e Irán resultó ser el ingrediente clave del éxito.
No es la primera vez que Teherán y Washington cooperan entre sí. La asistencia de Irán, dirigida por Zarif cuando era embajador en la Organización de las Naciones Unidas, fue clave para que Estados Unidos cumpliera el objetivo de instalar un gobierno en Afganistán, tras el régimen del movimiento fundamentalista Talibán.
Pero es la primera vez desde la revolución iraní de 1979 que Teherán y Washington negociaron durante un extenso lapso, abierta y directamente, al más alto nivel para alcanzar un acuerdo internacional histórico.
«Eso es lo que quieren decir las medidas de fomento de la confianza», señala Gary Sick, académico de la estadounidense Universidad de Columbia y experto en las relaciones bilaterales de ambos países. «Este es el comienzo de lo que podría ser un proceso en que Estados Unidos e Irán desarrollen una relación mejor y más normal. No espero que sea algo instantáneo... pero hay que empezar por alguna parte, y es un buen comienzo», comenta.
Un proceso de 12 años
Alemania, Francia y Gran Bretaña comenzaron las negociaciones con Irán en 2003, hasta que China, Estados Unidos y Rusia se sumaron en 2006 y formaron el P5+1.
Tuvieron que pasar cinco años de conversaciones infructuosas, amenazas de guerra, sanciones «paralizadoras», sabotaje, asesinatos, guerra cibernética y un cambio de presidentes en Teherán y en Washington antes de que se alcanzara un acuerdo provisorio en 2013. Estados Unidos e Irán han sido enemigos desde que la revolución iraní derribó al corrupto y represor régimen de Mohammad Reza Pahlevi, el monarca apoyado por Washington.
A lo largo de las negociaciones no cesaron los gritos de «muerte a Estados Unidos» de la línea dura iraní, ni el desprecio público que su líder supremo exhibe hacia la potencia occidental.
El gobierno de Estados Unidos tampoco oculta su enemistad con Irán. El Departamento de Estado incluye a la República Islámica en su lista de «Estados que patrocinan el terrorismo» cada año desde la revolución, y los gobiernos de George W. Bush (2001-2009) y de Obama amenazaron con la guerra e impusieron sanciones que perjudicaron seriamente a la economía iraní.
Aunque Obama, perteneciente al partido Demócrata, adoptó una postura más moderada que su antecesor del partido Republicano, algunos legisladores estadounidenses mantienen el discurso contra Irán que caracterizaba a Bush. Irán es una «nación paria» decidida a adquirir armas nucleares para usarlas «contra nosotros y nuestros aliados», escribió el candidato presidencial republicano Lindsay Graham en mayo.
El «engaño es parte del ADN» de los iraníes, declaró en 2013 la subsecretaria de Asuntos Políticos Wendy Sherman, la principal negociadora de Estados Unidos hasta que Kerry tomó su lugar. Sin embargo, nada ha conseguido que ambas partes se retiraran de la mesa de negociaciones.
El camino próximo
El Congreso legislativo estadounidense tiene 60 días para analizar el acuerdo, pero legisladores republicanos ya han amenazado con bloquearlo. «Este 'pacto' solo envalentonará a Irán, el mayor patrocinador del terrorismo en el mundo, ayudando a estabilizar y legitimar su régimen mientras que propaga aun más la violencia y la inestabilidad en la región», ha afirmado el presidente de la Cámara de Diputados, John Boehner, en un comunicado.
«Vamos a combatir este pésimo acuerdo que es malo para nuestra seguridad nacional y malo para nuestro país», añadió.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que ha calificado al acuerdo de «error histórico», también presionará al Congreso, como lo hizo en marzo, para que este lo rechace.
No obstante, Obama ha anunciado que vetará todo proyecto de ley que demore su aplicación. «Este no es momento para la politiquería. El mundo no apoyaría las gestiones para sancionar a Irán de forma permanente hasta lograr su sumisión», ha advertido.
El Parlamento iraní, que ha manifestado críticas sistemáticas contra las negociaciones, pero al que el líder supremo ha mantenido a raya, también discutirá el acuerdo, aunque no se han fijado plazos.
Una revista iraní publicó una caricatura de Obama sacándose un «selfie» en Teherán, pero los expertos sostienen que es demasiado pronto para que se repita un hecho similar a la histórica visita del expresidente Richard Nixon (1969-1974) a China.
«Treinta y cinco años de desconfianza y hostilidades no se pueden resolver únicamente con el tema nuclear», opina Hossein Mousavian, que ocupó varios cargos en el gobierno iraní.
«El acuerdo es un éxito y un gran paso hacia la disminución de la tensión... pero el muro de desconfianza es tan grueso que derribarlo llevará años», asegura.