Desde que Rusia invadió la península ucraniana de Crimea, a fines de febrero, los gobernantes del mundo occidental amenazan a Moscú con sanciones económicas.
Esto hizo caer las cotizaciones en la Bolsa de Valores rusa y aceleró la fuga de capitales que había comenzado a principios de este año.
Pero parece que la confianza entre las ciudadanas y los ciudadanos de a pie en que Rusia es lo suficientemente potente para soportar cualquier ataque económico es sólida. En cambio, los técnicos advierten de que la ya debilitada economía puede sufrir daños severos si se aplican sanciones duras.
El resultado del referendo celebrado en la república autónoma ucraniana de Crimea el domingo 16 coloca a la península en rumbo a la plena incorporación a Rusia en un plazo de meses. Pero buena parte de la comunidad internacional lo considera ilegal y da pie ahora a un primer paquete de sanciones.
De momento, la penalización de la UE se dirige a congelar los activos que se encuentran en su territorio y prohibir los viajes de ciudadanos rusos y crimeos, supuestamente vinculados a los disturbios en la península.
Estas sanciones estarán en vigor durante seis meses, informó el lunes 17 la ministra de Asuntos Exteriores de Italia, Federica Mogherini, tras una reunión con sus pares del bloque en Bruselas. Sin embargo, aclaró que no afectarán a representantes del gobierno ni a periodistas.
Por su parte, Washington adoptó las sanciones más fuertes a Moscú desde la Guerra Fría. El presidente Barack Obama anunció el lunes que congelaba los activos en Estados Unidos de siete funcionarios rusos, incluyendo a altos consejeros de Vladimir Putin.
Tanto Estados Unidos como la UE amenazan con más medidas si Rusia no actúa para desmontar la crisis.
El gobierno ruso respondió preparando una serie de contramedidas. El canciller Serguei Riabkov anunció este jueves 20 que Moscú respondería de una forma que no dejará «indiferente» a Washington.
Mientras, el clima en las calles de Rusia es desafiante, pese a las advertencias de los economistas sobre el daño que podrían causar sanciones más duras y generalizadas. Esta confianza está respaldada por la información que publican los medios de comunicación rusos, buena parte de ellos controlados por el Kremlin.
Desde la invasión a Crimea, los medios locales presentan a las potencias occidentales como miembros de un complot con un gobierno ucraniano «ilegal» para oprimir a la mayoría de la población crimea, que es de origen ruso.
Los medios también han contribuido a imponer la idea de que Crimea es parte integral del territorio ruso, aunque fue entregada a Ucrania en 1954 por el entonces líder soviético Nikita Kruschev. Las tropas rusas representan, entonces, una fuerza de liberación enviada a proteger a sus compatriotas en una tierra injustamente arrebatada.
Hay también una exhibición del poderío militar ruso. El domingo 16, el periodista y director de la cadena estatal de televisión RT, Dimitri Kiselev, dijo en su programa que Rusia es el único país del mundo capaz de reducir a Estados Unidos a «cenizas radiactivas».
En una encuesta publicada esta semana por la consultora de opinión pública Levada, dos tercios de los entrevistados consideraron a Rusia una superpotencia mundial, marcando un aumento del 16 por ciento respecto a un sondeo similar de 2011.
Varios periódicos publican artículos en los que se sostiene que las sanciones solamente conseguirán que este país se acerque más a China y a otras naciones de Asia, reemplazando con ellos el comercio que pierda con Occidente.
Maria Yemelianenko, de 29 años y empleada en un supermercado de Moscú, sintetizó esta opinión generalizada. «Rusia es un país enorme y las sanciones no podrán afectarnos como a otros países. Tenemos muchos recursos propios». «Estoy segura de que el presidente Putin sabe lo que hace, y de que el pueblo de Rusia no pasará hambre», añadió.
Sin embargo, no todo el mundo está convencido de que no habrá consecuencias para la economía rusa si Occidente adopta sanciones más amplias.
Alexei Kudrin, miembro del presidium del Consejo Económico del presidente ruso, dijo al sitio de noticias Yandex.ru que el crecimiento económico podría verse perjudicado y que tanto las inversiones extranjeras como las locales se podrían ver afectadas.
Dmitry Seleznev, economista de 52 años que trabaja en una gran empresa de producción agrícola en San Petersburgo, nos dijo que la economía rusa sentirá los efectos de sanciones más amplias. «Las inversiones caerán, la economía puede perder su posibilidad de superar el estancamiento actual y las exportaciones (también) se reducirán», añadió.
Algunas consecuencias económicas de la crisis Crimea ya son visibles. Las acciones rusas están en fuerte declive desde que comenzó el año, pero las caídas se profundizaron antes del referendo del fin de semana.
Sociedades de inversión internacionales alertaron la semana pasada que muchos empresarios extranjeros estaban retirando su dinero de Rusia a una velocidad récord debido a la crisis en Crimea. Entre enero y el fin de semana pasado, Rusia perdió inversiones por 45.000 millones de dólares.
Los pronósticos sobre el crecimiento del producto interior bruto también son magros, y algunos analistas del mercado de valores advierten daños a largo plazo en la capacidad de Rusia de atraer inversiones.
Otros expertos señalan que, aunque las sanciones actualmente impuestas por Estados Unidos y la UE son limitadas, podría haber más en el futuro, dificultando la vida de los ciudadanos rusos.
Ian Bond, director de política exterior en el Centro para la Reforma Europea, grupo de expertos con sede en Londres, nos dijo que «la UE se podría ver obligada a adoptar una postura en la que tenga que aplicar sanciones más amplias, por ejemplo, dejar a los bancos rusos fuera de los mercados financieros europeos».
«Y Estados Unidos puede hacer la vida realmente difícil negándole a Rusia el acceso a su sistema de transacciones en dólares», añadió. «Esa sanción ha tenido un impacto importante en la economía iraní, por ejemplo, y la notarían los rusos comunes», sostuvo.
También agregó que, en ese punto, el apoyo al presidente Putin, quien actualmente goza de gran popularidad entre los ciudadanos rusos en general, puede empezar a menguar.
«Que la popularidad de Putin se vea afectada dependerá de cuán efectiva sea su operación de propaganda. Hasta ahora parece estar funcionando bien: su popularidad parece haber aumentado desde la toma de Crimea, y muchas personas parecen estar tragándose el cuento de hadas de que el nuevo gobierno ucraniano está lleno de fascistas y antisemitas», dijo.
Un gerente de valores de un fondo de capitales rusos, con el que hablamos a condición de no ser identificado, dijo que la economía de este país tendrá problemas si la situación actual se agrava hasta convertirse en un conflicto armado.
«Entonces el país tendrá que hacer frente a enormes dificultades económicas», planteó.
Esto es algo que los rusos no quieren. Pese a su apoyo a la anexión de Crimea y al papel fuerte de Moscú, las últimas encuestas muestran que la mayoría está en contra de involucrarse en un conflicto militar en Ucrania.
«El referendo en Crimea se realizó pacíficamente, y la gente probablemente terminará entendiéndolo; esa fue la voluntad del pueblo», dice Sergei Mishkhin, estudiante de 20 años en Moscú.
«Quiero que Rusia tenga relaciones amistosas con todos los países. Solo esperamos la paz», agregó.