La ruta del Zuma indica que atracará hacia las cinco de la mañana de este viernes en Cartagena, once meses después de que el primer gran cargamento de arenas bituminosas llegara a Europa a través del puerto de Bilbao con su carga destinada a otra refinería de Repsol. En ambos casos, las arenas bituminosas proceden de Canadá, donde dejan un rastro de deforestación, contaminación y expulsión de poblaciones. Los efectos continuarán una vez que estas arenas sean refinadas para llegar como gasolina y diésel a los coches europeos. Generan un 23% más de emisiones que los petróleos convencionales, según los estudios encargados por la propia Comisión Europea.
A pesar de esos impactos probados, la Unión Europea renunció el pasado año a poner en marcha la propuesta de reforma de la Directiva de Calidad de los Combustibles que hubiera frenado la entrada de los petróleos más contaminantes. Esa renuncia fue consecuencia de las presiones ejercidas por las compañías petroleras y los gobiernos de Canadá y EEUU en el marco de las negociaciones de acuerdos de libre comercio CETA y TTIP.
Repsol figura entre las grandes beneficiadas. Lleva años invirtiendo en adaptar sus refinerías a petróleos pesados y súperpesados. Actualmente posee tres de las cinco refinerías de la Unión Europea (Cartagena, Bilbao y Castellón) capaces de procesar estos petróleos pesados. Suponen a día de hoy tres cuartas partes de toda la capacidad de refino de la UE para esta clase de carburante. Por tanto, gran parte de todo el petróleo en bruto que llegue para ser refinado a la UE pasará por sus refinerías.
La entrada masiva de este tipo de petróleos pondrá en riesgo el compromiso de la UE de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 20% hasta 2020, al incrementar las emisiones debidas al transporte. Asimismo, la UE se hace cómplice de la deforestación de una de las últimas reservas de bosques boreales que quedan en el planeta, en Alberta (Canadá), en cuyo subsuelo se encuentran las reservas de este tipo de petróleo. La deforestación causada es de tal calibre, que los cráteres producidos por la minería a cielo abierto que se utiliza para su extracción en la masa arbórea son visibles desde el espacio exterior.
El problema del agotamiento del petróleo convencional a escala planetaria no se solucionará explotando las reservas de petróleos no convencionales -como el procedente de arenas bituminosas o el petróleo de esquisto-, a costa además de llevar al límite el deterioro ambiental de la Biosfera con el cambio climático y mediante la destrucción de los pocos ecosistemas intactos que albergan esos petróleos. Y no se solucionará entre otras cosas porque las reservas de todos estos petróleos tan solo permitirán, en el mejor de los casos, mantener la producción de petróleo unos pocos años más.
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