Grecia es el final del camino para refugiados, solicitantes de asilo y emigrantes. Así ha denominado Amnistía Internacional (AI) su último informe, en el que denuncia acoso policial, violencia racista y centros de emigración que no reúnen condiciones. La organización de defensa de los derechos humanos asegura que Grecia está a las puertas de una grave crisis humanitaria.
La profunda crisis económica por la que atraviesa Grecia no es excusa para incumplir la obligación de respetar los derechos de los migrantes y solicitantes de asilo, según AI. «En un entorno de continua presión migratoria, profunda crisis económica y creciente sentimiento xenófobo, Grecia está demostrando que ni siquiera es capaz de satisfacer las necesidades más básicas de seguridad y cobijo de los miles de migrantes y solicitantes de asilo que llegan cada año» ha afirmado John Dalhuisen, director del Programa de Amnistía Internacional sobre Europa y Asia Central.
Grecia es uno de los puntos fuertes de entrada de extranjeros en situación irregular, procedentes de Oriente Medio, Asia y África que, a través de la frontera turca, buscan refugio o una vida mejor en la Unión Europea. «Son pocos los que lo consiguen» dice AI, a la vista de las denuncias recibidas sobre el aumento de xenofobia en el país, las redadas masivas y la reclusión en centros de detención, hacinados y con falta de higiene, durante periodos de un año o más. El problema se ha agravado con la guerra en Siria, AI ha recibido informes de personas que huyen del conflicto, a los que se ha obligado a volver a Turquía a través del río Evros.
«Las autoridades griegas incumplen las normas internacionales al seguir deteniendo sistemáticamente a solicitantes de asilo y migrantes en situación irregular, entre los que hay menores no acompañados; parece que utilizan la reclusión –cuyas condiciones son a menudo atroces– como medida disuasoria», ha manifestado Dalhuisen.
El gobierno griego ha creado unidades policiales para frenar la violencia racista pero, según Amnistía Internacional, no se está garantizando ni investigación ni juicios efectivos. Las víctimas no se atreven a denunciar a la policía por temor a acabar detenidas.
«La situación actual en Grecia no es digna en absoluto del premio Nobel de la Paz concedido a la Unión Europea, y dista tanto de cumplir las normas internacionales de derechos humanos que las ridiculiza. Grecia necesita ayuda, pero también debe asumir sus propias responsabilidades», dice el responsable de AI.
Casos concretos denunciados por Amnistía Internacional
En junio de 2012, N., procedente de la ciudad siria de Aleppo, se encontraba a bordo de una barca con otros seis sirios cuando llegó la policía griega en una lancha patrullera. Estaban en la mitad del río, donde se supone que empieza la frontera griega; según informes, la policía comenzó a empujar su bote hinchable hacia Turquía y un agente clavó una navaja en el material plástico de la barca, que se hundió. Sus ocupantes tuvieron que nadar hacia la orilla turca.
En agosto de 2012, K. un solicitante de asilo de origen africano que llevaba meses intentando presentar su solicitud de asilo, fue detenido durante una redada contra migrantes en situación irregular en Atenas y recluido en un centro de detención. Mientras estaba recluido, K. siguió intentando pedir asilo, y, tras múltiples intervenciones de ONG, en octubre se registró su solicitud. Sin embargo, en diciembre de 2012 continuaba bajo custodia.
El 10 de septiembre de 2012, dos hombres vestidos de negro entraron en una barbería de un paquistaní. Dos paquistaníes que se encontraban allí, incluido un empleado de la barbería, contaron a Amnistía Internacional que los dos hombres insultaron al cliente griego al que estaban atendiendo por cortarse el pelo en un establecimiento regentado por paquistaníes y, cuando el hombre respondió, lo apuñalaron. Después empezaron a destrozar la tienda y lanzaron cócteles Molotov. La policía fue a investigar los hechos y detuvo a dos paquistaníes porque estaban en situación irregular. En octubre estaban recluidos, pendientes de expulsión.