El secretario general de la Organización sobre la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE), reconocía esta semana que la misión de observadores que vigila desde el mes de septiembre el cumplimiento del cese de la violencia, tiene graves dificultades para desplazarse por las regiones de Donetsk y Lugansk. Además, la organización ha denunciado al menos dos incursiones del ejército ruso esta misma semana.
La OSCE advertía en un comunicado el pasado lunes, que sus observadores habían detectado un despliegue militar en varias ciudades de la zona. Y ya el miércoles constataban la entrada de un convoy con 43 camiones militares en la región. Según sus datos, eran vehículos de color verde militar y sin ningún tipo de distintivo, en los que Rusia supuestamente estaría transportando lanzaderas de misiles, cañones y piezas de artillería. «Hay un riesgo de continuación de la escalada de la violencia en la zona de conflicto», advertía Michael Bociurkiw, portavoz de la misión de la OSCE en Ucrania, en una rueda de prensa.
«Hemos visto columnas de equipos rusos, principalmente tanques rusos, artillería rusa, sistemas rusos de defensa aérea y tropas de combate rusas entrando en Ucrania», confirmaba Philip Breedlove, comandante jefe del alto mando militar para Europa de la OTAN, corroborando así las denuncias de los observadores internacionales. Desde la Alianza Atlántica insisten en el origen ruso de las mismas, y no esconden su preocupación por la «permeabilidad» de la frontera entre Rusia y Ucrania. «Es completamente porosa; está completamente abierta; fuerzas, dinero, suministros y armas van y vienen a través de esta frontera a su antojo», advertía Breedlove.
Desde Moscú, por su parte, insisten en desmentir estas acusaciones, que consideran «sin fundamento». «En numerosas ocasiones hemos subrayado que tras la palabrería de Bruselas sobre la presunta presencia de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania no había y no hay ningún dato», ha asegurado Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa, según las informaciones publicadas esta semana por la prensa local.
Alerta internacional
Pero sus palabras no parecen tranquilizar a la comunidad internacional, donde la preocupación ante una nueva escalada de violencia aumenta cada día. El miércoles el Consejo de Seguridad de la ONU advertía del riesgo de que las hostilidades deriven en «combates a gran escala». Jens Anders Toyber-Frandzen, secretario general adjunto interino de la ONU para Asuntos Políticos, explicaba que el alto el fuego «está en peligro», y reconocía que la situación actual en las regiones de Donetsk y Lugansk es similar a la que se vivía antes del acuerdo de Minsk. «La única alternativa es que la lucha termine y que los ucranianos puedan vivir en un país estable y seguro», reiteraba.
El ministro de Defensa de Ucrania, Stepán Poltorak, ha reconocido que las fuerzas armadas del país están reforzando sus instalaciones para prepararse ante un posible incremento de las acciones de los insurgentes. El propio presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, llamaba por teléfono esta semana al vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, para expresarle su preocupación ante un recrudecimiento de la violencia.
La Unión Europea, a través de una portavoz de Federica Mogherini, Alta Representante de Política Exterior de la UE, también ha expresado su preocupación ante una más que probable reactivación de la violencia y ha hecho un llamamiento a Rusia para que «asuma su responsabilidad» y retire «cualquier arma, tropa y equipamiento bajo su control». Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE tienen previsto reunirse en Bruselas el próximo lunes para analizar la situación en el Este de Ucrania y está previsto que los 28 examinen la posibilidad de aprobar nueva sanciones a Rusia. Según han reconocido fuentes europeas, es poco probable que lleguen a un acuerdo el mismo lunes, aunque no descartan que de la reunión salga una propuesta formal de sanciones contra Moscú.
Entre tanto, la sombra de la guerra vuelve a amenazar a las poblaciones reducidas a escombros de las regiones de Donetsk y Lugansk. Desde que comenzó el conflicto, en abril de este año, son ya más de 4.000 las personas que han fallecido en los enfrentamientos.