Beppe Grillo, un agitador de la vida política italiana con ideas antisistema, ha sido la revelación de los comicios y se convierte en la segunda o tercera fuerza en muchas de las ciudades donde se ha votado, entre ellas, Parma, Génova o Verona.
Se renovaban 942 ayuntamientos, de ellos, 26 capitales de provincia, la mitad gobernadas hasta ahora por el centroderecha. Aunque en la mayoría de los casos, es necesario ir a una segunda vuelta, el centroizquierda es el partido más votado.
El líder del Partido Democrático, Pierluigi Bersani, ha celebrado el «fortalecimiento» de su partido y la derrota de la derecha, que el sustituto de Berlusconi, Angelino Alfano, ha reconocido. Cuentan que Il Cavaliere, que asistía a la toma de posesión de Putin en Moscú, dijo que pensaba que esa derrota iba a ser aún peor. La Liga Norte mantiene su feudo de Verona, pero el batacazo ha sido general, como resultado de los escándalos de corrupción.
Una revisión a los resultados generales demuestra el castigo a todos los partidos que han apoyado las medidas de austeridad impuestas por el gobierno tecnócrata de Mario Monti, y el triunfo de lo que en Italia se llama, «la antipolítica».