La Conferencia de Seguridad que se celebra en Munich ha cambiado su programa por la evolución de los acontecimientos en Egipto. Asisten delegaciones de 70 países, 12 jefes de Estado o gobierno y 40 ministros de Exteriores y Defensa. En la apertura, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, encontró argumentos en las revueltas de los países árabes para pedir a Europa que aumente su gasto militar. Poco antes, la presidencia húngara de la UE se había pronunciado en la misma dirección.
Rasmussen considera que «las viejas certezas ya no son aplicables», «el resultado de las revueltas es imprevisible», «el orden mundial y la economía están en juego», y a partir de ahí se pregunta «por qué Europa parece haber decidido que ya no necesita invertir en Defensa, cuando otros países como China o India siguen aumentando su gasto en esa área».
Según sus cálculos, los socios europeos de la OTAN han recortado su contribución militar en unos 33.000 millones de euros en los últimos dos años, cantidad que Estados Unidos se ha visto obligado a compensar. «Hace diez años, EEUU aportaba la mitad del gasto total de defensa de la OTAN. Hoy, se acerca al 75 por ciento y va a seguir creciendo, incluso con los nuevos recortes anunciados el mes pasado por el Pentágono», avisa el secretario general de la Alianza. Su conclusión es que corremos el peligro de encontrarnos una «Europa dividida, debilitada y cada vez más distanciada de Estados Unidos», que podría buscar en otra parte socios más fiables.
Este sábado los líderes europeos que han participado en la conferencia de Munich no han entrado al trapo. La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, David Cameron, se han centrado en sus intervenciones en la transición egipcia, que quieren pacífica y ordenada. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha optado por subrayar la estabilidad de la UE y la fuerza de su moneda única.
Pero sólo unas horas antes, la presidencia húngara de la UE reunía en Budapest a 150 representantes de los 27 para presentar su prioridad en el área de Defensa, que no es otra que animar a los Estados miembros a incrementar su presupuesto militar, efectivamente recortado desde 2008. «Los efectos negativos de la crisis han subrayado la necesidad de utilizar los recursos existentes en Europa de una forma más efectiva, coordinada y organizada», decía el ministro húngaro de Defensa, Csaba Hende, aludiendo a que «los problemas en nuestros vecinos del sur demuestran que los desafíos no ceden». Su país ha aumentado el gasto militar en un 9% mientras caía en el resto de los estados miembros.
En esa reunión, el ex director de la Agencia Europea de Defensa, Nick Witney, avisaba de que la crisis, pero también la falta de interés, «conducirá a Europa a una significativa pérdida de influencia en la política global».
Sin mucha publicidad, la propia Catherine Ashton, en el último consejo europeo de Defensa, en diciembre pasado, ya apuntaba en esa dirección. El comunicado de los ministros del ramo alude a la necesidad de transformar el impacto de la crisis en una oportunidad para desarrollar la capacidad militar europea.