GINEBRA, (IPS) - El informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) alerta sobre una significativa reducción de la biodiversidad, en particular en los países pobres, y sobre un enorme aumento en la huella ecológica de las naciones ricas.
El Informe Planeta Vivo 2012, ha sido presentado en Ginebra con miras a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20. El estudio llama al mundo a modificar sus patrones de producción y consumo, así como a desarrollar las energías renovables.
Jim Leape, director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) explicó en la presentación del informe que «en términos generales, la biodiversidad se ha reducido un 28 por ciento en el mundo desde 1970. Pero en los países de bajos ingresos la pérdida es particularmente importante, ya que llega al 60 por ciento» y puntualizó que «el agotamiento de los sistemas naturales está perjudicando más a los países que menos lo pueden afrontar».
La publicación más importante de la prestigiosa organización ambientalista, que se da a conocer cada dos años, está enfocada a la biodiversidad en todo el mundo y en la huella ecológica de la humanidad, es decir, en la presión que esta ejerce sobre la tierra y el agua.
El aumento de esta última ha sido enorme desde 1961. «Estamos usando un 50 por ciento más de recursos que lo que la Tierra puede soportar. Hoy vivimos como si tuviéramos un planeta y medio. Si continuamos así, para 2050 necesitaremos tres planetas. Nuestro patrón de consumo es insostenible», dice Leape.
Por término medio, los países de altos ingresos tienen una huella ecológica que quintuplica la de los de bajos ingresos. Los 10 estados con mayor huella ecológica por persona son Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Dinamarca, Estados Unidos, Bélgica, Australia, Canadá, Holanda e Irlanda.
El informe se publica cinco semanas antes de Río+20, que evaluará los avances en el cumplimiento de los compromisos asumidos hace dos décadas en la primera Cumbre de la Tierra. «Es un momento importante para mirar qué está ocurriendo en la Tierra», dice Leape. «Hay propuestas para establecer Objetivos de Desarrollo Sostenible», así como de «agregar indicadores sociales y ecológicos al producto interior bruto», explica.
«El mercado continúa enviando las señales equivocadas, porque muchos costos no se incluyen en el sistema de precios. Los precios deberían decir la verdad. Los gobiernos tendrían que eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y comprometerse a que todos tengan acceso a la energía limpia», agrega.
Ante la pregunta de si la economía verde, principal tema de la conferencia, es la solución correcta, Leape contesta que «el desafío central es resolver cómo hacer la transición» a esa forma de economía. «Hay mucho debate sobre el término. A algunos les gusta, a otros no. Pero de algún modo debemos seguir un camino que la Tierra pueda sostener, y definir una nueva prosperidad con los recursos del planeta. Necesitamos un modelo diferente para el desarrollo futuro», señala.
Según consta en el informe, WWF cree que es posible seguir otro sendero. La organización plantea posibles soluciones. La primera es preservar el capital natural protegiendo los ecosistemas, la tierra y el agua. Se han logrado avances significativos en el área clave de la deforestación, pero siempre está la amenaza de un retroceso. Por ejemplo, aunque en los últimos años Brasil ha sido líder en la tendencia contra la deforestación, una ley que se acaba de aprobar puede perjudicar severamente la protección de los bosques.
Otra propuesta es fijarse en la «huella hídrica», o la manera como se administra el agua del lado de la producción. «Trabajamos muy de cerca con las empresas para ayudarles a entender su huella hídrica. Y algunos de los trabajos más progresistas en materia de agua se hacen en África», explica Stuart Orr, gerente de agua dulce en WWF.
En Kenia, esta organización descubrió que el 10 por ciento de las divisas estaban vinculadas a la explotación de una sola cuenca fluvial. La organización ambientalista propuso incentivos para mejorar el manejo de las cuencas, que concitan el interés de diferentes países. «Desarrollamos estándares sobre el uso del agua por las empresas, y asesoramos a los gobiernos sobre cómo alcanzar la sostenibilidad hidroeléctrica. Por ejemplo, creando estándares para el desarrollo», dice Orr. «En China hemos trabajado con el gobierno sobre la asignación a una cuenca que se aplica a 270 ríos del país», añade.
La producción sostenible es otra solución, y empieza con las energías renovables. «No necesitamos tecnología nueva para hacerlo», dice Sam Smith, líder de la iniciativa de WWF sobre clima y energía. «El año pasado, las inversiones en energías renovables fueron mayores que en combustibles fósiles. En España, el 61 por ciento de la electricidad se genera mediante energía eólica» un día ventoso de abril.
La eficiencia energética es otro sendero promisorio. En Pakistán, gracias a una iniciativa lanzada por WWF junto a la firma IKEA, de venta de muebles, 40.000 agricultores cultivan algodón de un modo que reduce los severos impactos ambientales de la producción convencional. Según el informe, en 2010, 170.000 hectáreas de producción algodonera usaron un 40 por ciento menos de fertilizantes químicos, el 47 por ciento menos de pesticidas y el 37 por ciento menos de agua.
En cuanto al consumo, «cada uno de nosotros puede desempeñar un rol. Las empresas y los consumidores quieren mejores opciones», apunta Leape. Las etiquetas pueden ser una solución. En Chile, que aporta el ocho por ciento del mercado mundial de celulosa y papel, WWF trabaja con el gobierno y con el sector forestal para fortalecer y ampliar el alcance de la certificación que extiende el Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés).
Lo mismo ocurre con los peces. Entre 1950 y 2005 casi se han quintuplicado las capturas mundiales y eso ha causado la explotación excesiva de muchas pesquerías. Chile aporta el 30 por ciento del mercado mundial del salmón y el 13 por ciento de los pescados para carnada. WWF promueve la certificación del Consejo de Administración Marina (MSC) en ese país sudamericano, a fin de garantizar que la explotación pesquera se realice de un modo sostenible y económicamente viable.
«Los desafíos subrayados en el 'Living Planet Report' son claros», dice Leape. «Río+20 puede y debe ser el momento para que los gobiernos determinen un nuevo camino hacia la sostenibilidad. La Conferencia es una oportunidad única para que las coaliciones de los gobiernos, ciudades y empresas unan fuerzas y desempeñen un papel crucial en (la conservación) de un planeta viviente».