Más de 200 mujeres habrían sido violadas en Darfur por soldados de Sudán en un ataque contra el pueblo de Tabit en octubre de 2014, denuncia la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
Aproximadamente 221 mujeres de Tabit, en el norte de Darfur, fueron violadas en un lapso de 36 horas entre el 30 y el 31 de octubre, según un informe de HRW publicado el miércoles 11. Varios cientos de soldados del gobierno sudanés habrían saqueado el pueblo, golpeado de gravedad a los hombres y los niños y agredido sexualmente a las mujeres y las niñas.
Los problemas de Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzaron en los años 70 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros, ambos musulmanes.
La crisis derivó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias árabes Yanyauid. Estos y el régimen sudanés son acusados de llevar a cabo una campaña de limpieza étnica contra las tribus negras que respaldan a los grupos guerrilleros.
Jonathan Loeb, autor del informe de HRW, nos dice que los investigadores de la organización con sede en Estados Unidos se vieron obligados a realizar entrevistas telefónicas en secreto con las víctimas y los testigos, ya que las fuerzas sudanesas bloquearon todos los accesos al pueblo.
Incluso después del ataque de octubre el acceso seguía vedado a las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los trabajadores humanitarios, los investigadores de derechos humanos y los periodistas, según Loeb.
«Hubo gente que se arriesgó en serio para hablar con nosotros. Algunos solo querían hablar tras conseguir una tarjeta o número telefónico nuevos que no estuvieran registrados a su nombre, y otros solo hablaron una vez que salieron de la ciudad», explicó.
Los testigos y las víctimas denunciaron brutales palizas, azotes y violaciones reiteradas. Las fuerzas sudanesas decían que el ataque era una represalia por la desaparición de un soldado de una base militar cercana, según los relatos.
Los soldados «nos hicieron acostar con la cara hacia abajo y dijeron 'si alguien levanta la cabeza se las volaremos. Y si no encuentran a nuestro soldado desaparecido serán alimento para las termitas'», contó Idris, un testigo, a HRW.
Khatera, una mujer, explicó el carácter sistemático del ataque sudanés. «Inmediatamente después de que entraron a la habitación dijo 'mataron a uno de los nuestros. Vamos a mostrarles qué es el infierno'. Entonces empezaron a golpearnos. Se llevaron a mi marido mientras le pegaban. Nos violaron a mis tres hijas y a mí». «Algunos sujetaban a la niña mientras otro la violaba. Lo hicieron uno por uno. Uno ayudaba a golpear y el otro violaba. Entonces iban a la siguiente chica», continuó.
Los investigadores tienen varias teorías sobre el motivo del ataque, informa Loeb. «No podemos afirmarlo a ciencia cierta, pero desde la perspectiva de las víctimas fueron castigadas colectivamente por la desaparición del soldado. Fueron acusadas de secuestrarlo o matarlo», dice.
Otro posible motivo del ataque es un intento de disuadir a las fuerzas rebeldes de usar a la aldea como punto de encuentro para los ataques a la base de Sudán. Cuatro desertores sudaneses dijeron a HRW que la base había recibido información de que un comandante rebelde llegaría pronto a Tabit.
«Tres de ellos participaron en el ataque, y dos dijeron que tenían órdenes de violar. Sus ataques fueron más o menos un golpe preventivo contra el pueblo por haber dado un presunto apoyo a los grupos rebeldes», explica Loeb.
Dan Sullivan, de la organización Unidos para acabar con el genocidio, dice que la situación en Darfur se ha agravado en los últimos meses. Una comisión de la ONU informa de que las fuerzas sudanesas destruyeron más de 3.000 aldeas en 2014 y que casi 500.000 personas están desplazadas por la violencia.
La situación «es mala, y se pone peor. La triste verdad es que estamos viendo los niveles más altos de violencia y desplazamiento desde el punto máximo del genocidio de Darfur hace casi una década», nos asegura Sullivan. «Hay anarquía, tribus que luchan por yacimientos de oro, y el gobierno de Sudán sigue arrojando bombas en violación directa de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU», afirma.
Sullivan y Loeb atribuyen el recrudecimiento actual de la violencia a la creación de la Fuerza de Apoyo Rápido, una unidad que, según Sullivan, está integrada principalmente por miembros de los Yanyauid. «Son una reconstitución de los Yanyauid, los hombres armados y a caballo. Son los mismos, pero ahora... tienen el respaldo del gobierno de Sudán», destaca Sullivan.
No se sabe si el gobierno sudanés ordenó el ataque a Tabit o tenía conocimiento del mismo, pero sí tuvo que ver con el intento de encubrimiento, según Loeb.
«Podemos afirmar que los soldados informaron de que un comandante les dio órdenes y que otro viajó desde la capital regional para participar. No estamos seguros de donde salieron estas órdenes en la cadena de mando», reconoce Loeb. «Sabemos que el gobierno en diversos niveles fue cómplice del encubrimiento y de frenar el avance de la investigación», añade.
El comisionado de Tabit amenazó a las víctimas y testigos con actos de violencia o incluso la muerte si hablaban con los periodistas o la ONU, subraya Loeb.
El informe de HRW pide a la ONU que realice mayores intervenciones en el conflicto para proteger a la población en riesgo de Darfur, y que abra una investigación formal sobre lo ocurrido en Tabit.
«Los ciudadanos de Tabit son sumamente vulnerables. Viven en las mismas casas donde ocurrieron las violaciones, y los soldados sudaneses son una presencia constante. Recomendamos a la misión de la ONU en la zona que establezca una presencia y una base permanente en el pueblo», exhorta Loeb.
«El Consejo de Seguridad debe exigir eso. El incidente también requiere la investigación de un organismo internacional. Opinamos que el Alto Comisionado para los Derechos Humanos sería el más adecuado», añade.
Según Sullivan, el conflicto de Darfur seguirá hasta que se produzcan cambios estructurales y políticos reales en la zona. El actual presidente de Sudán, Omar al Bashir, al frente del gobierno desde 1989 y acusado por la Corte Penal Internacional en 2009 de matanzas y violaciones en masa, conservaría el poder en el futuro cercano, opina.
«El tipo en el poder al comienzo del genocidio», Al Bashir, «sigue siendo presidente. Está requerido por genocidio, pero está previsto que se presente a las elecciones y que gane de nuevo en abril. Esta nube de impunidad es una parte importante de... la continuidad de los ataques», asegura Sullivan.