Victoria agridulce de Erdogan en Turquía

El Partido Justicia y Desarrollo (AKP), ahora en el poder en Turquía, ha conseguido la mayoría absoluta en las elecciones celebradas este domingo. Un triunfo indiscutible del primer ministro Recep Tayyip Erdogan que, sin embargo, es insuficiente para cumplir su pretensión de elaborar un nuevo texto constitucional a su medida, que ahora tendrá que pactar. El futuro ingreso de Turquía en la UE no ha sido argumento de debate en la campaña electoral.
Recep Tayyip Erdogan, vencedor en las elecciones turcas
Recep Tayyip Erdogan, vencedor en las elecciones turcas
El Partido Justicia y Desarrollo (AKP), ahora en el poder en Turquía, ha conseguido la mayoría absoluta en las elecciones celebradas este domingo. Un triunfo indiscutible del primer ministro Recep Tayyip Erdogan que, sin embargo, es insuficiente para cumplir su pretensión de elaborar un nuevo texto constitucional a su medida, que ahora tendrá que pactar. El futuro ingreso de Turquía en la UE no ha sido argumento de debate en la campaña electoral.

Erdogan ha conseguido el 50% de los sufragios y 326 diputados en un Parlamento de 550, solo cuatro menos de los que necesitaba para convocar un referéndum constitucional sin necesidad de ceder en sus principios. El vencedor lo ha reconocido ante sus seguidores: "El pueblo nos ha mandado el mensaje de que elaboremos una nueva constitución a través del consenso y de la negociación".

El Partido Republicano del Pueblo (CHP), de centro-izquierda, fundado por el padre de la Turquí moderna, Ataturk, ha llegado al 26% de los votos. Su líder, Kemal Kiliçdaroglu, ya ha dicho que "El AKP sabe que a partir de ahora tiene enfrente a un CHP más fuerte". Los derechistas del Partido del Movimiento Nacionalista consiguen mantenerse en la Cámara con un 13%. Los nacionalistas kurdos del Partido Paz y Democracia estarán también en el Parlamento, al conseguir más del 10% de los votos.

Todos deberán ahora negociar la nueva Constitución, el gran tema de la campaña, que Erdogan tiene como primer objetivo. La actual es todavía consecuencia del último golpe militar de 1980 y el primer ministro quiere un nuevo texto adecuado a los nuevos tiempos, una Constitución del pueblo, dice él, que ampare las libertades fundamentales y los tribunales civiles, al margen de la justicia militar.

Sin embargo, la oposición critica una deriva autoritaria del partido gobernante y teme que Erdogan busque un régimen presidencialista que le permita seguir en el poder, ahora como primer ministro, después como jefe de Estado.

Se trate de ambición política o de intento democratizador, los electores le han dado un claro apoyo, por tercera vez consecutiva. Con Erdogan, Turquía ha vivido una prosperidad económica innegable y una influencia política en la zona desconocida en mucho tiempo. Este año, se prevé un crecimiento económico del 8%, tres veces más alto que la media de la Unión Europea.

El siempre pospuesto ingreso de Turquía en la UE no ha estado presente en la campaña electoral pero indirectamente cada gesto y cada medida del gobierno turco es anotada en el debe o en el haber de Bruselas.

Precisamente el respeto a los derechos humanos y la reforma de la justicia son los dos asuntos que la Comisión Europea enarbola como justificación de que Turquía no está preparada para el ingreso en Europa. La nueva Constitución puede dejar sin argumentos formales a los oponentes de su adhesión.