Venecia, hasta el 24 de noviembre de 2013
Bienal de Arte
La 55ª edición de la Bienal de Arte de Venecia abre el sábado las puertas al público con la exposición de más de 4.500 obras de arte realizadas por 158 artistas invitados, sin contar las propuestas artísticas que 88 países presentan, entre ellos el Vaticano y casi todos los latinoamericanos, en torno al tema de la memoria y el saber.
Bajo la dirección del crítico italiano Massimiliano Gioni , codirector del New Museum de Nueva York, artistas de todo el mundo, célebres y menos conocidos, numerosos ya fallecidos, (unos 40) indagan sobre el conocimiento, la ciencia, lo oculto y misterioso, el pasado y el futuro.
La Bienal se inspira este año en la idea del artista autodidacta estadounidense Marino Auriti, que en 1955 planteó en vano construir un museo imaginario que alojara todo el saber de la humanidad en el que se conservaran las ideas fantásticas, tanto las obsesiones como los delirios, las pesadillas y los sueños de locos, talentosos y hasta gente olvidada.
Convocados bajo el lema de «el palacio enciclopédico», se exhiben obras angustiantes, como la del polaco Pavel Althamer, cuyos cuerpos desfigurados, comprimidos y mutilados demuestran que el arte es también una forma de exorcizar miedos.
Más que una exhibición de arte contemporáneo, la Bienal resulta un viaje antropológico en el profundo y laberíntico inconsciente de artistas de todos los calibres y de todo los continentes.
«Esta es una edición interdisciplinaria, multimedia y transnacional», resumió el célebre crítico italiano Achille Bonito Oliva, al elogiar la opción de los organizadores de intentar realizar un catálogo universal de todos los lenguajes, sin divisiones de carácter estético.
Respetando ese principio se presentan obras de artistas desconocidos, como el japonés Shinichi Sawada, afectado de autismo, quien construyó demonios y dragones de caliza puntiagudos o del fallecido brasileño Arthur Bispo do Rosario, quien pasó 50 años encerrado en un manicomio fabricando capas religiosas, con la esperanza de redimirse.
En los 88 pabellones nacionales, se rompe con el concepto de un arte nacional y un país como Alemania presenta obras de artistas en su mayoría extranjeros.
Chile irrumpe con una obra espectacular, que ha generado controversia y elogios, del artista chileno Alfredo Jaar, quien literalmente hunde las instalaciones de la Bienal de Venecia, en un mensaje crítico a la idea de una muestra mundial dividida por países.
Jaar reprodujo en un estanque de 5x5 metros una maqueta a escala de los pabellones de la bienal, con sus puentes y canales, que cada tres minutos es sumergida por el agua para volver a emerger.
Rodeado de prensa, Jaar, explicó su manifiesto contra un arte jerárquico e invita al certamen más antiguo del arte a tener en cuenta el estado transnacional de la cultura contemporánea y a valorar la diversidad.
España sorprende también con una obra imponente: una gigantesca montaña de más de 4 metros de alto formada por 6 toneladas de escombros de hormigón y cemento de Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972) .
En total 47 eventos colaterales y exposiciones han sido organizados paralelamente, entre ellos la instalación del arquitecto chino Mi Qiu, quien suspenderá sobre los canales de Venecia un barco formado por millones de luces.
Por primera vez estarán representados países como Paraguay, Angola, Kosovo y el Vaticano.
La presencia del Vaticano con obras tan modernas tiene como objetivo romper con el prejuicio de que el arte contemporáneo es válido sólo si es «blasfemo o provocador» y al mismo tiempo sacar a la Iglesia de conceptos de principiante, explicó el cardenal Gianfranco Ravasi, entre los purpurados más cultos y sofisticados de la jerarquía de la Iglesia católica.
Se prevé que el certamen, que permanecerá abierto hasta el 24 de noviembre, será visitado por unas 500.000 personas.