«No necesitamos a las instituciones europeas para incrementar los impuestos sino para que nos ayuden a salir de donde estamos»; «tenemos el desafío de cambiar las reglas que van en contra de la humanidad y de sus derechos»; «la eurozona no está bien construida, se trata de complementar la unión económica con la política». Las sentencias de Varoufakis fueron cayendo una a una, como una losa, durante su discurso sobre 'Die Zukunft Griechenlands in der EU' ('El futuro de Grecia en la Unión Europea').
Cuatro meses después de la primera visita a la capital alemana de Varoufakis como ministro de Finanzas, aquel «rebelde» que describió la prensa germana en febrero se ha erigido en la punta de lanza de un Gobierno, el heleno, que se resiste a obedecer los dictados de la troika. Sobre todo, aseguró Varoufakis, mientras la canciller Angela Merkel no introduzca en ellos el ingrediente fundamental para implementarlos: la esperanza.
El ministro griego recordó en ese punto cómo tras la llamada segunda guerra mundial Alemania pudo levantarse gracias a los planes de ayuda que aprobó Estados Unidos, resumidos según Varoufakis en el «discurso de esperanza» que presentó el entonces secretario de Estado norteamericano James Byrnes durante su visita en Stuttgart en 1946. Pidió a Merkel apropiarse de ese mismo lenguaje, para acercar al pueblo griego un mensaje de esperanza alejado de tecnicismos.
La cita en la Fundación Hans-Böckler, cercana a los sindicatos alemanes, sirvió para poner sobre la mesa el debate de Europa en el actual contexto de crisis global. «No creo que hoy exista eso que llamamos 'los alemanes', ni 'los griegos', ni... debemos empezar a vernos como 'los europeos'», explicó Varoufakis, en clara alusión a que quien sufre no es solamente Grecia, tampoco los 'sures' del continente, sino toda Europa: «Nos están contando una historia inventada. Aquí sólo hay perdedores, exceptuando a los enemigos de Europa», dijo. Como parte de esa fábula, explicó el heleno, «a los alemanes les han dicho que no queremos pagar nuestra deuda».
La salida de Grecia del euro, resumida en el término Grexit, salió varias veces a colación: «Algunos piensan que sacrificando a mi país se ayudará a salvar la UE. Me temo que sería el intento de sostener un modelo inviable». También salieron a flote los motivos de la actual situación por la que atraviesa el continente, que a juicio de Varoufakis no se resumen en la deuda pública, como según él demuestra el caso español: «La deuda en España no era pública hasta que la tuvo que comprar el Estado».
El ministro heleno desmintió a quienes les acusan de participar en un diálogo de sordos: «En cuanto llegamos al poder invitamos a las instituciones europeas a que nos usaran para terminar con la corrupción griega». Y se preguntó en voz alta si «¿es posible dar a los pueblos de Europa más soberanía y más democracia?». Su percepción ahondó en esa esperanza que pide a Alemania: «Creo que sí».
Encuentro con Schäuble
Tras su encuentro con Schäuble, la primera cita entre Alemania y Grecia después de que Alexis Tsipras descartara hace unos días la última propuesta de los acreedores internacionales, Varoufakis confirmó que la conversación había sido «muy útil para hallar una solución definitiva».
Sin embargo, el político heleno sigue acusando al Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europeo y el Banco Central Europeo de «torpedear» las conversaciones que mantiene Grecia con el resto de socios europeos. En este sentido, calificó la propuesta de la troika de «una oferta que sólo se hace cuando no se quiere llegar a ningún acuerdo».
Y es que, según Varoufakis los acreedores han dado marcha atrás, volviendo a exigir lo mismo que al comienzo de las negociaciones. «Por favor, dejadnos hacer nuestras reformas. Tenemos la capacidad de convencer a nuestra gente», pidió por la tarde el heleno, recordando que se necesita «un acuerdo rápido y justo de toda la clase política. Es un deber político».
La unidad que pide Varoufakis parece sin embargo compleja, toda vez que la Comisión Europea ha advertido que no prevé más negociaciones entre su presidente, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, hasta que Atenas presente una contraoferta a su propuesta de reformas. En el aire continúa la posibilidad de nuevos comicios griegos, posibilidad que ha sido sin embargo desmentida por el propio Ejecutivo heleno.