Hace 100 días que los franceses entregaron el poder a François Hollande para que realizara el cambio, deseado por los ciudadanos, y prometido por el entonces candidato. Sin embargo, 100 días después, parece que su presidencia «normal» llevada como bandera, todavía no ha convencido a todos. El presidente comienza a toparse con varias dificultades. Entre ellas, la cuestión del matrimonio homosexual que el gobierno francés confirmó que tendría apunto en la primavera de 2013.
La polémica respecto a este asunto sensible, vuelve a la más rabiosa actualidad este 15 de agosto, día de la Asunción. Los obispos franceses aprovechan este día festivo católico, para restablecer la oración universal. En todas las parroquias del país, se ha pronunciado una oración sobre el apego a la familia tradicional: «para que los niños y los jóvenes dejen de ser objeto de los deseos y de los conflictos de los adultos, y para que así puedan gozar del amor de un padre y de una madre», reza la plegaria que se ha escuchado en miles de iglesias.
Así, la Iglesia católica reafirma su oposición a que las personas del mismo sexo puedan unirse e incluso adoptar. Pero esto no deja de suscitar la ira de las asociaciones gays y lesbianas, que opinan que, mediante esta oración, la Iglesia tiene la intención de interferir en el debate sobre la legalización del matrimonio homosexual, una de las promesas del presidente François Hollande y que tanto su primer ministro, Jean-Marc Ayrault, como la ministra de los derechos de las mujeres, Najat Vallaud-Belckacem, volvieron a confirmar en junio pasado.
La oración fue inaugurada la noche de este martes, en Notre-Dame de París delante de casi 4.600 personas. No hubo manifestación pero aun así, no se puede negar que Francia se encuentra en un momento crucial. Según una encuesta publicada el martes, el 65 por ciento de los franceses se declaran a favor del matrimonio homosexual. Sin embargo, las opiniones discrepan respecto a la adopción de niños por estas parejas. Solo un 53 por ciento está de acuerdo. Además, los datos revelan que los católicos aparecen como el grupo más contrario a una evolución favorable a los derechos de los homosexuales, mientras el desfase se nota también a un nivel generacional ya que los jóvenes de menos de 35 años, están en un 70 por ciento, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, en contraste con el 44% de los franceses de 65 años y más.
De hecho, el gobierno deberá enfrentarse a la opinión pública dividida, y tomar en cuenta que este cambio podría representar un paso muy importante para la sociedad francesa pero también para la situación de Francia en el seno de Europa.
Actualmente hay siete países de la Unión Europea que han reconocido el matrimonio homosexual. Holanda (2001), Bélgica (2003), España (2005), Noruega (2009), Portugal (2010), Islandia (2010) y Suecia (2009). En la iglesia luterana de este país nórdico, no todos los pastores lo aceptan, por eso hay una disposición que obliga a los homosexuales a encontrar a un pastor que celebre esos matrimonios religiosos. En todos estos países, las parejas homosexuales que se casan tienen los mismos derechos que las parejas heterosexuales.
En cuanto a la legislación europea, está todavía muy limitada en todos los asuntos relacionados con el derecho de la familia. Sin embargo, en 2003, el Parlamento Europeo pidió a todos los Estados de la UE que «abolieran toda forma de discriminación en contra de los homosexuales, especialmente en cuanto al derecho de matrimonio y de adopción de niños».
En Francia, el gobierno de Lionel Jospin autorizó, en 1999, la unión civil para las parejas tanto homosexuales como heterosexuales, lo que se conocía como PACS (Pacto civil de solidaridad) aunque no daba los mismos derechos que el matrimonio civil. Nicolas Sarkozy intentó equipararlos en el 2007 pero tuvo que abandonar esta medida cuando llegó a la presidencia. En 2011 el Consejo Constitucional llegó a la conclusión de que los artículos del código civil que hacían referencia a la unión homosexual no eran contrarios a la Constitución, por lo que facilitaba el siguiente paso que quiere dar Hollande; que este tipo de uniones puedan convertirse en matrimonio civil y se equipare, en derechos, a los matrimonios heterosexuales. Un paso que una parte de la sociedad, y la iglesia, no se lo van a poner fácil.
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