En Nagoya, Japón, se celebra la X Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica -COP10- que reúne a los países firmantes de la Convención de la Biodiversidad en un momento en el que, según los últimos informes de la ONU, el ritmo con el que se destruyen especies es 1.000 veces superior a lo que sería natural.
«Está cercano el punto sin retorno en el que la pérdida de biodiversidad será irreversible. Si no actuamos podemos llegar a ese punto en diez años» ha dicho el Primer Ministro de Japón, Ryo Matsumoto en la inauguración de la conferencia.
Por su parte, Ahmed Djoghlaf secretario ejecutivo de la Convención de la Biodiversidad, no ha dudado en decir«Tengamos el coraje de mirar a nuestros hijos a los ojos y admitir el fracaso... admitir que continuamos perdiendo biodiversidad a un ritmo sin precedentes, hipotecando su futuro».
Por primera vez las alertas no se limitan a hacer un recuento de plantas o animales que desaparecen, varios informes señalan que esa destrucción tendrá consecuencias catastróficas para la economía mundial.
Según el último estudio TEEB, «Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad» en el que ha participado la Comisión Europea, se pone de relieve la contribución de la naturaleza al sustento, la salud, la seguridad o la cultura de los humanos y la necesidad de contabilizar estos beneficios en los balances de los países. Pavan Sukhdev, economista del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Am,biente (PNUMA) dice que «el planteamiento de la iniciativa TEEB puede reorientar la economía e inaugurar una nueva época en la que el valor de los servicios que se obtienen de la naturaleza sean visibles y se conviertan en elementos explícito del proceso de decisión política y comercial» y añade «Hay que poner rumbo a una economía ecológica».
La UE está decidida a continuar por ese camino e «implantar los análisis elaborados por TEEB» ha dicho Janez Potocnik, comisario de Medio Ambiente, quien se ha mostrado dispuesto a apoyar iniciativas de otros países a ese respecto, en particular de países en desarrollo,.
En la COP10, la Unión Europea y Noruega encabezan una de las propuestas más ambiciosas, declarar el 15% de los océanos como áreas protegidas para las especies marinas. Pero han encontrado muy poco apoyo, Brasil considera que va demasiado lejos y China pide que se deje en el 6%. Medidas como esta son necesarias si se quiere fijar alguna meta para 2020.
Qué se discute en Nagoya
Se discuten tres temas fundamentales: frenar la destrucción de especies de aquí a 2020, cómo financiarlo y cómo llegar a un protocolo sobre el acceso a plantas y el reparto de los beneficios.
La discusión es sobre todo económica. Hay insectos, como las abejas, cuyo valor supera los 150.000 millones de euros al año. Son fundamentales para la polinización. Un ejemplo se puede encontrar en la provincia china de Sichuan. Miles de trabajadores polinizan flor a flor en primavera sustituyendo a las abejas que han desaparecido, según algunos misteriosamente, según otros debido al uso intensivo de pesticidas o a cambios en el entorno. Desde 1990, las abejas están disminuyendo drásticamente en Bélgica, Francia, Holanda, Grecia, Italia, Portugal, Suiza o España.
En los países desarrollados mantener la riqueza biológica es fundamental, para los que están en vías de desarrollo su mayor interés estriba en que les llegue una parte del dinero que se obtiene de explotar los recursos genéticos de sus regiones.
En el desierto del Kalahari en África, crece un cactus conocido como «hoodia», las poblaciones de la zona conocen desde siempre sus propiedades para aliviar el hambre. Cuando la industria farmacéutica lo descubrió se convirtió en un filón para la sociedad occidental preocupada por el cuerpo y comenzó a comercializar productos para adelgazar derivados de la planta. Si se pone en Google «hoodia» hay 7.580.000 entradas, casi todas recomendándolo para las dietas. Nadie ha reconocido, hasta aquí, que las tribus San del Kalahari fueron los descubridores. Pero eso está cambiando y la industria farmacéutica no está muy dispuesta a pagar.
La lista es interminable, la sobrepesca que esquilma los océanos, los corales que se destruyen junto a un rico ecosistema que vive en ellos, la selva que se deforesta para sembrar pastos o monocultivos para biocarburantes.
A la COP10 le queda una semana más, los tres últimos días llegarán los ministros de medio ambiente de todo el mundo, esperemos que para entonces las conversaciones hayan avanzado.