Sólo el 0,7 % de la superficie marina del planeta está oficialmente protegida, por tanto, es difícil hacer cálculos, pero ya hace diez años se decía que más de 6 millones de toneladas de basura llegaban a los océanos cada año. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que por cada kilómetro cuadrado de océano hay 13.000 fragmentos de desechos plásticos, es lo que se llama sopa de plástico.
La consecuencia, además de la contaminación marina, es la muerte de miles de animales por enmallamiento o ingestión. La eurodiputada danesa Anna Rosbach, del grupo Europa de la Libertad y la Democracia, ha denunciado la situación en el Parlamento europeo porque gran parte de esta sopa de plástico lleva, en realidad, letras y signos chinos y japoneses... pero por desgracia, muchas de las cosas también proceden de Europa. Tenemos sopa de plástico en el Atlántico y en el Pacífico, y su tamaño y profundidad crece a un ritmo altísimo. Las capas cada vez son más espesas.
267 especies afectadas
Un informe de Greenpeace alerta de la situación porque los plásticos y los materiales sintéticos no se degradan ni se procesan por mecanismos biológicos naturales, pero sí se fragmentan hasta quedar como mortales granos de arena para muchos animales marinos. Los residuos de actividad pesquera, aparejos y redes, completan el desastre. .Aves, tortugas, focas, leones marinos, delfines y ballenas mueren por ingestión de materiales plásticos o atrapados en mallas, por asfixia, estrangulamiento, heridas o hambre.Se calcula que hasta 267 especies distintas entran en ese trágico proceso.
Pero no sólo la pesca es culpable de la situación, el turismo de costa, los sistemas de drenaje pluvial, las aguas residuales o la basura de los buques en alta mar hace el resto. El pasado junio, con motivo del Día Mundial de los Océanos, el científico alemán Mascus Sommer denunciaba que ya hay más de 150 zonas muertas en los océanos, y que algunas pueden llegar a alcanzar los 70.000 kilómetros cuadrados. La basura marina se convierte en masas de sopa de plástico sobre la que los animales marinos se desplazan y se trasladan a lugares de los que no son nativos.
El problema se ha agrandado en proporción geométrica en la última década, aunque desde los años 90 existe el Convenio Internacional para Prevenir la contaminación del mar por buques, el convenio MARPOL, firmado por 122 países. Sin embargo, el desastre es tan amplio que requiere mucha más dedicación desde diferentes niveles.
Cuestión de leyes y responsabilidad
Greenpeace propone cambios en la legislación para evitar desde que los barcos arrojen plásticos al mar hasta instalar campanas para evitar fugas producidas por el mal funcionamiento de la industria u operaciones de limpieza de playas y fondos marinos. Pero, en cualquier caso, afirma que la solución pasa por acometer una estrategia responsable de basura, una estrategia de Residuos Cero, que conjugue la reducción de basuras, la reutilización y el reciclado.
Como dice la europarlamentaria Rosbach, en último extremo, es un problema de concienciación, de ser conscientes de que eso sería una industria y que es algo de lo que se puede vivir. El siguiente paso sería encontrar proveedores que puedan convertir esta materia en algo nuevo. euroXpress