NACIONES UNIDAS, (IPS) - Cuando concluya la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que se realizará del 20 al 22 de este mes en Brasil, ¿qué criterio se utilizará para medir sus éxitos y fracasos?
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, tiene sus propios parámetros. Dice que la reunión de Río de Janeiro debe concluir al menos con un renovado compromiso político con la economía verde, una serie de metas de desarrollo sostenible, un marco institucional para llevar a la práctica el nuevo plan de acción y asociaciones con la sociedad civil.
«Necesitamos inventar un nuevo modelo», nos dijo Ban a los periodistas hace unos días «un modelo que ofrezca crecimiento e inclusión social, un modelo que sea respetuoso con los recursos finitos del planeta».
Sin embargo, para Patricia Lerner, consejera política de Greenpeace International, definir metas para 2030 no es suficiente. «La atención debe estar concentrada en esta década, pues las opciones que se tomen en este momento son fundamentales para prevenir el catastrófico cambio climático, salvar nuestros océanos y proteger los recursos forestales que quedan, todos los cuales son fundamentales para el desarrollo y el bienestar humano».
Mientras, la institución intergubernamental Centro del Sur, con sede en Ginebra, tiene expectativas mucho más altas. El director ejecutivo, Martin Khor, nos dice que es imperativo reafirmar los compromisos adoptados en la llamada Cumbre de la Tierra, celebrada hace 20 años también en Río de Janeiro. «Al menos eso demostraría que los líderes, especialmente los de los países industrializados, no están retrocediendo ni renunciando a lo que acordaron», añade.
El principio más importante que se debe reafirmar en la conferencia, mantiene, es el de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Esto significa que los países del Norte deben aceptar que tienen una mayor responsabilidad en reducir la contaminación y las emisiones de gases invernadero, causantes del calentamiento planetario.
Y, por tanto, deben proveer financiación y tecnología a los países del Sur, para que todos puedan avanzar por el sendero de la economía verde, explica Khor, exdirector de la oficina en Malasia de la Red del Tercer Mundo.
Ban dijo a comienzos de este mes que había 26 áreas prioritarias, que los propios estados miembros del foro mundial habían identificado en el curso de las negociaciones hacia Río+20. Entre estas destacan la seguridad alimentaria, la pobreza, la educación, la salud, las energías renovables, los océanos, el agua y el saneamiento, la agricultura, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. «Puede tomar tiempo alcanzar un acuerdo en las 26 áreas», admitió, pero señaló que al menos se debería pactar en lo que él considera «temas obligados».
Ban también instó a los estados miembros a acordar nuevas metas de desarrollo sostenible basadas en los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, que la comunidad mundial se comprometió a alcanzar para 2015. «Tenemos solo dos años y medio», urgió.
En tanto, Khor dice que los líderes del mundo deberían reconocer que la crisis del medio ambiente y de la economía es mucho más grave hoy que hace 20 años, y se deberían adoptar nuevos compromisos sistemáticos. El experto llama a un acuerdo que fortalezca significativamente las instituciones encargadas del desarrollo sostenible, de forma seria y adecuada.
La Comisión de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible era toda una promesa en sus comienzos, pero resultó ser demasiado débil: solo se reúne dos o tres veces al año. «Tiene que ser reformada radicalmente o transformada en un nuevo consejo o foro que pueda encarar los desafíos impuestos por la crisis global en sus tres dimensiones: ambiental, económica y social», dice Khor.
Además, explica que la Comisión debería mantener reuniones regulares, y que su secretaría tendría que ser fuerte, con más personal y dinamismo.
Río+20 debería robustecer ese órgano para que realice un seguimiento de las decisiones adoptadas por los líderes políticos, mientras que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) debería a su vez fortalecer sus operaciones. «Tiene que haber claros compromisos para apoyar a los países en desarrollo con el objetivo de que estos asuman más responsabilidades en los problemas de medio ambiente, sociales y económicos», afirma Khor.
La cumbre no puede quedar rezagada en materia de implementación, subraya. «Debe de haber un nuevo compromiso y recursos financieros adicionales para el desarrollo sostenible y la transferencia de tecnología en términos favorables y preferenciales, como se acordó hace dos décadas en Río y muchas veces después» y agrega «a mí me preocupa que en los últimos meses se hayan detectado señales de muchos países industrializados que no desean mantener esos compromisos.Eso sería desastroso».