La presidencia de Irlanda es un cargo meramente protocolario, pero es significativo el cambio de tendencia de voto en el país, ahora sometido al rescate financiero de la UE y el FMI, que ha exigido un drástico plan de ajuste presupuestario.
Higgins no era el favorito en las encuestas hasta hace unos días, cuando en un debate televisado, los otros dos candidatos, el independiente Sean Gallagher y el representante del Sinn Féin, Martin McGuiness, se enzarzaron en acusaciones sobre un oscuro asunto de financiación ilegal de partidos. Eso catapultó a su rival laborista, que se ha convertido así en el noveno presidente de Irlanda, superando también a otros candidatos no convencionales, entre ellos, el primero que ha defendido abiertamente su condición de homosexual y la cantante Dana, que ganó el Festival de Eurovisión.
El izquierdista Higgins va a ser un caso extraño en la política europea de estos tiempos. Es un intelectual, profesor y poeta, considerado gran defensor de los derechos humanos y de la cultura.
Nació en una familia humilde de Limerick, estudió sociología y dio sus primeros pasos en política en el conservador Fianna Fáil, para pasar enseguida al Laborismo. Ha sido diputado, senador y ministro de Cultura, en cuyo mandato promovió el primer canal de televisión en gaélico.
Fue un firme opositor a la guerra de Irak y ha defendido causas humanitarias en Chile, Nicaragua, El Salvador y Colombia. Además en su carrera política se ha hecho notar en asuntos polémicos claves en la sociedad católica irlandesa, como la defensa de la igualdad de las mujeres, el divorcio y el uso de métodos anticonceptivos. Higgins, definido por sus compañeros, como un hombre de principios, está casado y tiene cuatro hijos.