Un pelotón ciclista hambriento portando vasos y platos vacíos a causa de la sobreutilización de toneladas de alimentos para la fabricación de agrocombustible. Con esta acción se ha inaugurado la Ecomarcha en bici convocada por la organización Ecologistas en Acción, que recorrerá las costas de Murcia, Cartagena y Alicante para llegar, dentro de dos semanas, el 28 de julio, a Villar de Cañas, Cuenca, donde los ciclistas se proponen frenar el proyecto del cementerio nuclear. Una carrera ambiciosa que incluye etapas como la acción contra la energía nuclear en la central de Cofrentes o la manifestación contra el Trasvase Tajo-Segura.
Cartagena y el Valle y Puerto de Escombreras ha sido el lugar elegido para arrancar la Ecomarcha. Aquí, se reúnen varias instalaciones industriales relacionadas con la fabricación de biocombustibles o «agrocombustibles», como prefieren llamarlos los más críticos, ya que no son nada ecológicos y tienen graves impactos socioambientales como el acaparamientos de tierras en los países del Sur donde se producen mayoritariamente sus materias primas, la competencia por los alimentos y el encarecimiento de éstos, deforestación o más cambio climático.
La organización ecologista denuncia la casi total dependencia del mercado español de agrocombustibles de materias alimentarias (un 94% en 2011), en su mayor parte importadas (más de un 91% en total). Destacan el aceite de soja argentino, origen de más de un 51% del biodiesel vendido en el Estado español y el aceite de palma indonesio, con un 40% del biodiesel. En cuanto al bioetanol, un 70% se fabricó a partir de cereales producidos entre otros en España, EE UU o Ucrania, y un 25% a partir de caña de azúcar brasileña. «Este escenario es en la actualidad aún más preocupante desde que el Gobierno español suspendió a principios de año los criterios de sostenibilidad que los productores de agrocombustibles deberían cumplir de acuerdo con la normativa comunitaria», ha denunciado Abel Esteban.
Picnic de platos vacíos
«Los alimentos no están en nuestros platos, ni en los de millones de personas de países del sur, porque se están destinando a fabricar agrocombustibles y otros productos industriales que nada tienen que ver con la alimentación», ha explicado Abel Esteban, de Ecologistas en Acción, «con esta acción queremos solidarizarnos con los campesinos africanos que son expulsados de sus tierras para la instalación de monocultivos de palma o jatropha, con las madres argentinas que luchan contra las fumigaciones tóxicas de los campos de soja que lindan con sus comunidades, o con las familias con serias dificultades para comprar alimentos cuando la especulación en los mercados internacionales dispara de forma recurrente sus precios».
Ana Fernández, una de las coordinadoras de la Ecomarcha, ha añadido que no sólo denuncian el uso de alimentos para los coches, «este pelotón ciclista visibiliza en sí mismo una de las claves para un sistema de transporte realmente sostenible: la apuesta por los medios de transporte no motorizados en las distancias cortas o en los tiempos de ocio».
Para Ecologistas en Acción un sistema de transporte sostenible, que reduzca sustancialmente sus emisiones de gases de efecto invernadero y sus impactos en el territorio, solo será posible si se reducen radicalmente los consumos energéticos, y eso pasa por priorizar el transporte colectivo, público y electrificado siempre que sea posible, reducir las distancias que necesitamos recorrer o apostar por tecnologías más eficientes.
La Ecomarcha Ciclista ha arrancado este año celebrando una victoria, la de la Marina de Cope, en Murcia. Gracias a años de trabajo y denuncia de ecologistas, asociaciones civiles y ONG's, el Tribunal Supremo anuló allí un proyecto urbanístico que hubiera acabado con el parque regional. Un incentivo para que el pelotón siga pedaleando contra las infraestructuras demoledoras, los macropuertos, refinerías y las grandes urbanizaciones que se comen nuestras playas y reservas naturales.
La UE apoya el uso de biocombustibles avanzados
Desde hace diez años, la UE ha apoyado la producción de combustible a partir de cultivos alimentarios para reducir las emisiones de CO2 del transporte. Sin embargo, el año pasado, la Comisión Europea propuso limitar la cantidad de biocombustibles derivados de alimentos al ponerse en duda su utilidad para reducir las emisiones.
Para la eurodiputada liberal francesa Corinne Lepage, responsable de la Comisión de Medio Ambiente, la promoción de los biocombustibles producidos con cultivos alimentarios, conocidos como de primera generación y entre los que se encuentran la colza y el aceite de palma, ha tenido un impacto negativo en los países en desarrollo. Por un lado, confirma Lepage, ha aumentado los precios de los alimentos y, por otro, ha hecho que la tierra cambiara de uso y se dedicara a producir biocombustibles, lo que conlleva la destrucción de bosques y humedales. El resultado es que las emisiones de CO2 aumentaron en lugar de reducirse.
El pasado 11 de julio, Lepage celebraba los frutos de sus planteamientos cuando los diputados de la Comisión de Medio Ambiente votaban a favor de reducir el uso de biocombustibles convencionales y de acelerar la transición a una nueva generación de combustibles elaborados a partir de otras fuentes como las algas o algunos residuos.
Lepage ha propuesto «incluir las emisiones relacionadas con los cambios del uso de la tierra en el cálculo de reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero atribuidas a los biocombustibles, para estimular la producción de otros, por ejemplo, basados en el etanol, que son muy beneficiosos para el clima» y ha recordado que el Parlamento Europeo, ya en 2008, reclamó que se contemplara el cambio de uso de la tierra en la política de biocombustibles de Europa.
«Ignorar estos problemas podría minar la credibilidad de la UE en la lucha contra el cambio climático y la legitimidad del apoyo financiero a la industria», añadió la eurodiputada.
Entre otras medidas, la Comisión ha propuesto que los Estados miembros aseguren que la cuota de energía renovable en el sector del transporte represente al menos el 10% del consumo final de energía para el año 2020. De acuerdo con la Comisión de Medio Ambiente, la cuota de biocarburantes de primera generación producidos a partir de alimentos y cultivos energéticos no debería superar entonces el 5,5% del consumo final de energía en el transporte.
Además, los biocombustibles avanzados producidos a partir de fuentes alternativas deberán representar, al menos, el 2% del consumo en 2020.
La eurodiputada Lepage ha destacado que la actual insistencia en la austeridad podría dificultar la justificación de los elevados subsidios para lograr estos fines hasta 2020. Y añadió que las «inversiones existentes deberían estar protegidas y la industria debería tener varios años de margen para continuar produciendo combustibles de primera generación y así recuperar las inversiones y prepararse para el cambio a biocombustibles avanzados».