«Ni la monarquía ni los políticos tienen empatía con la gente. El rey es una figura prescindible. Se debería convocar en algún momento un referéndum para consultar a los ciudadanos», afirma Jesús Sánchez, un parado de 39 años, los mismos que estuvo al frente de la Corona Juan Carlos I. El todavía rey en ejercicio anunció su abdicación el 2 de junio y será efectiva este miércoles. Al día siguiente, el parlamento proclamará a Felipe VI nuevo monarca. El sesenta y dos por ciento de los españoles entrevistados son partidarios de que «en algún momento» se haga una consulta sobre el modelo de Estado, según una encuesta publicada por el diario El País. El sondeo también apunta que el 49 por ciento de los españoles elegirían una monarquía con Felipe VI, de 46 años, como rey frente al 36 por ciento que preferiría una república.
«No nos han dejado respirar. A rey muerto, rey puesto. Es una vergüenza, una dictadura encubierta», lamenta en Málaga, Arantxa Rementería, mientras participa junto a su marido en una manifestación pro referendo, convocada por partidos de izquierda en diversas localidades españolas. Madre de dos jóvenes, una estudiante de medicina, «que no ha venido porque tenía exámenes», y otra cirujana con «exceso de trabajo y salario precario», Rementería inquiere «¿qué futuro le espera a la juventud en este país?».
España, con 46 millones de habitantes, tiene un 25,9 por ciento de su población activa desempleada, la mitad jóvenes. Precisamente, la juventud, que actualmente emigra en busca de trabajo y no participó en el referendo de la Constitución de 1978, con que se cerró la Transición a la democracia, tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), es la que más alzó su voz en las manifestaciones españolas, coreando lemas como «Vamos todos a luchar, referéndum popular».
En esa Constitución se establece que España es una monarquía parlamentaria, donde el rey ostenta una jefatura del Estado meramente representativa y sujeta a los designios del parlamento y del gobierno. «La gente querrá ver en el nuevo rey a una persona que sabe lo que está pasando en el país, estará pendiente de cómo maneja las causas abiertas por corrupción contra miembros de la familia real», declara el analista político Antón Losada. Losada, asentado en Galicia, cree que Felipe VI debiera mediar por una «reforma de la Constitución que la adapte a los problemas y necesidades de hoy».
El Congreso de los Diputados aprobó el 11 de juniok, con el 85 por ciento de los votos, una ley orgánica que permite la abdicación de Juan Carlos I, de 76 años, quien cede la soberanía a su hijo, que se convertirá en el monarca Felipe VI. Grupos minoritarios de izquierda y nacionalistas votaron en contra. El Senado se pronunciará sobre el mismo texto este martes.
«La abdicación del rey muestra la descomposición del régimen surgido en 1978 con la Transición y el descrédito de la monarquía, el bipartidismo y el Poder Judicial», declara la especialista Esther Vivas, integrante del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. El rey Juan Carlos I abdicó días después de los comicios al Parlamento Europeo del 26 de mayo, que supusieron una gran derrota para el bipartidismo representado por el gubernamental y derechista Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Los dos exponentes del bipartidismo no alcanzaron la mitad de los votos, y destaca la irrupción de nuevas fuerzas políticas alternativas como el partido izquierdista Podemos, que logró cinco eurodiputados y el ocho por ciento de los sufragios en su estreno político.La sucesión en la monarquía parlamentaria se produce, entonces, con el desgaste de las dos grandes formaciones políticas y ante el desafío independentista de Cataluña «que comienza a ser imitado en el País Vasco», comenta el politólogo Jaime Pastor, especializado en movimientos sociales y profesor en la Universidad Española de Educación a Distancia.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, ha convocado una consulta para decidir si esa comunidad se convierte en un país soberano el 9 de noviembre. Pero el gobierno central y la mayoría del parlamento rechazan con el argumento de que es inconstitucional. «El auge del soberanismo en Cataluña coloca contra las cuerdas al régimen surgido de 1978», adviere Vivas desde Barcelona.
Mientras unos ven en la monarquía algo anacrónico y desean una república, otros como Mari Félix Gutiérrez, una adulta mayor a la que la manifestación malagueña pro referendo sorprendió sentada en un banco, realzan la figura del rey y la institución monárquica. «Soy monárquica y como yo hay muchos. Juan Carlos ha tenido un papel importante y su hijo Felipe está muy preparado y lo hará mejor», plantea, sin oponerse tampoco a un referendo «si la gente lo quiere así».
En una comparecencia televisada el día de su abdicación, Juan Carlos I justificó el relevo en el trono diciendo que «una nueva generación reclama con justa causa su papel protagonista» y afirmó que su heredero «encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica». Pero Felipe tendrá que recuperar la buena imagen de la monarquía enturbiada por escándalos de diverso tipo, desde la cacería de elefantes de su padre en Botswana hasta la imputación de su hermana la infanta Cristina y su cuñado Iñaki Undangarín, acusado de desviar fondos públicos en su beneficio, en el caso de corrupción conocido como Noós .
«¿Qué falta nos hace la monarquía? Es un gasto sin necesidad», argumenta la activista Charo García, integrante de los denominados «yayoflautas», colectivo de personas mayores de 45 años, surgido del Movimiento Indignado 15 de Mayo (15M). Yayos es como llaman muchos niños a sus abuelos en España. García, que portaba una pancarta en la que se leía «Referéndum» en la manifestación que recorrió varias calles céntricas de Málaga, criticó el estilo de vida de la realeza en contraste con una sociedad empobrecida con desahucios diarios de familias por impago de hipotecas y creciente desigualdad entre ricos y pobres.
Felipe VI asume la jefatura de un Estado asfixiado por los efectos de la crisis económica. Juan Torres, analista económico, señala que aún no se puede hablar de recuperación en España porque el consumo no se reactiva y el paro afecta a casi seis millones de personas. «Cabría pedirle al nuevo monarca que cambie la agenda de su padre y en vez de ser agente comercial de las grandes empresas españolas, trabaje para el conjunto de los españoles», apostilla.
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