La Unión Europea se impuso a 231 candidatos, muchos de ellos disidentes y lideres religiosos u organizaciones de derechos humanos. Este año había 43 organismos. Los candidatos no se conocen hasta dentro de 50 años, y lo único que se confirma es el número de candidatos. Estos pueden ser nominados por catedráticos de Universidades de Derecho o Ciencias Políticas, parlamentarios o antiguos galardonados con el premio y sólo si ellos lo hacen público se conocen sus propuestas.
Entre los aspirantes en 2012 se encontraban las Damas de Blanco, el obispo mexicano José Raúl Vera o el disidente bielorruso Ales Beljatskij. También se había propuesto a varios activistas rusos como Ludmila Alexejeva o Svetlana Gánushkina. También la presidenta de la Comisión Afgana Independiente de los Derechos Humanos, Sima Samar, el filósofo estadounidense Gene Sharp o la egipcia Maggie Gobran.
El filántropo paquistaní Abdul Sattar Edhi es otro de los nombres que se han dado a conocer, así como el activista turco Ragip Zarakolu, el soldado Bradley Manning, que filtró documentos de la inteligencia estadounidense a WikiLeaks o el fundador de la entidad, Julian Assange. Tampoco consiguieron el galardón otras eternas candidatas como la Fundación Vicente Ferrer o las Abuelas de la Plaza de Mayo.
Siguiendo la tradición del Nobel de conceder premio a políticos de renombre, este año en las quinielas estaban el excanciller Helmut Kohl, el expresidente estadounidense, Bill Clinton, la exprimera ministra ucraniana, Yulia Tymoshenko, o el presidente tunecino Moncef Marzouki.
El Nobel, con gran repercusión internacional, no está exento de la polémica, como en 2009, cuando se le concedió a Barack Obama, pocos meses después de llegar a la Casa Blanca. En relación a estas críticas, el jurista noruego Fredrik Heffermehl, autor del libro La Voluntad del Nobel, dice que el premio ha perdido de vista su objetivo inicial al ir a defensores de los derechos humanos como el disidente chino Liu Xiaobo (2010), defensores del medio ambiente como Al Gore y el Giec (2007) o trabajadores humanitarios como la madre Teresa (1979).
En su testamento redactado en 1895, Alfred Nobel quería que el premio recompensara a «la personalidad que haya contribuido en mayor medida o mejor al acercamiento de los pueblos, la supresión o la reducción de los ejércitos permanentes, a la reunión o la propagación de congresos pacíficos». «Estamos deseando que este debate concluya».