Días antes del 25 aniversario de la catástrofe nuclear de Chernóbil que sucedió en la madrugada del 26 de abril se reúnen en la capital ucraniana, Kiev, los países donantes. Tratan de recaudar el dinero necesario para convertir la planta y la zona de exclusión de 30 kilómetros en una zona segura. El presidente de la agencia que gestiona ese territorio, Vladímir Jolosha, calcula que eso tendrá un coste de 1.540 millones de euros. Ucrania quiere que los trabajos estén terminados para 2018.
Lo más urgente es la construcción de un nuevo sarcófago de 108 metros de altura y un peso aproximado de 20.000 toneladas que encierre al que se construyó en un principio sobre el averiado cuarto reactor de la planta y que costará 990 millones de euros. Esta arca de acero se montará al lado del antiguo sarcófago y cuando esté terminada se deslizará sobre él hasta que lo cubra totalmente. Se espera que las obras hayan finalizado en 2015.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que calificó los resultados como «muy buenos», ofreció en nombre de la UE 110 millones de euros. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), que gestiona los fondos para los trabajos destinará hasta 120 millones de euros, Francia 47 millones de euros, Rusia 45, Estados Unidos 86 millones de euros. El presidente ucraniano, Viktor Ianoukovitch, ha dicho que el proceso para reunir los fondos «no ha sido fácil», con «las dificultades unidas a la crisis económica y financiera». Japón, que ha sido hasta aquí uno de los principales donantes, no ha podido contribuir inmerso como está en la tragedia de la central nuclear de Fukushima.