La crisis en la península ucraniana de Crimea obliga a Turquía a un delicado equilibrio: se siente responsable de la protección de la minoría tártara, pero no desea que eso afecte a sus relaciones económicas con Rusia. Ankara tiene muchas razones para interesarse por Crimea: la región formó parte del Imperio Otomano entre 1470 y 1783, y los turcos tienen estrechas conexiones culturales con los tártaros crimeos, que representan alrededor del 15 por ciento de la población de la península.
Pero sería muy difícil para el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, adoptar una postura más agresiva frente a Rusia, para así satisfacer a muchos nacionalistas turcos, sin poner en riesgo el comercio con Moscú.
Se estima en cientos de miles los tártaros radicados en Turquía, la mayoría descendientes de los que abandonaron Crimea tras la anexión de la región por parte del imperio ruso en 1783.
Sin embargo, a pesar de todos los factores históricos y culturales en juego, podrían ser las consideraciones de política interna las que constituyan el principal factor para definir la postura de Ankara frente a la crisis ucraniana.
Erdogan se ha visto seriamente afectado en las últimas semanas por denuncias de corrupción a gran escala dentro de su círculo cercano y su familia. Ahora se esfuerza por reforzar su base política y se prepara para su primera prueba electoral desde que estalló el escándalo: los comicios locales previstos para el 30 de este mes.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el gobierno depende del significativo apoyo de elementos nacionalistas. Por eso, altos funcionarios de Ankara hacen hincapié en defender los intereses tártaros en medio de la ocupación rusa de Crimea, región que ha pertenecido a Ucrania desde 1954.
«Que no pase por vuestra mente la idea de que nuestro primer ministro y nuestro presidente serán indiferentes a cualquier tema que afecte a nuestro pueblo hermano en Crimea y en cualquier otra parte del mundo», dijo el canciller, Ahmet Davutoglu, el 3 de este mes frente a los líderes tártaros en Turquía.
El funcionario hizo estas declaraciones luego de protestas en Ankara y otras manifestaciones más pequeñas en ciudades con grandes comunidades tártaras. «Lo que está pasando en Crimea hoy nos aterra a todos», dijo Zafer Karatay, representante turco del Parlamento Nacional Tártaro Crimeo, a CNN Turquía.
El gobierno de Erdogan ya sufre una enorme presión por el escándalo de corrupción y por el aún latente resentimiento social causado por la forma en que reprimió las protestas el año pasado contra la construcción de un centro comercial en el Parque Tarksim Gezi. Así que podría hundirse políticamente si es acusado de debilidad en temas que se refieran a pueblos amigos de Turquía.
«Ellos (los líderes del AKP) no quieren que el electorado nacionalista los critique por fracasar en la protección de los tártaros», ha dicho Sinan Ulgen, investigador visitante en el Carnegie Europe, con sede en Bruselas. «No puede aparecer como indiferente al destino de los tártaros, de su propia parentela, cuando a la vez se presenta como protector de los pueblos que sufren en Oriente Medio», señala.
A pesar de las fuertes manifestaciones de apoyo –incluyendo la visita de Davutoglu a comienzos de este mes a Kiev, donde se reunió con la comunidad tártara crimea-, funcionarios en Ankara intentan frenar el fervor nacionalista.
La economía es la principal razón: casi la mitad del gas natural que consume Turquía proviene de Rusia.
Ese país también es el sexto mayor mercado de las exportaciones turcas, por 7.200 millones de dólares en 2013, según el Instituto de Estadísticas Turco. Por tanto, Rusia es de suma importancia para las compañías de este país. Para finales de 2012, las inversiones extranjeras directas turcas en Rusia sumaban 9.000 millones de dólares, según el Ministerio de Economía.
Considerando que las relaciones con Moscú ya están tensas debido a las diferencias por la crisis de Siria, Ankara parece renuente a hacer más presión sobre Crimea.
Durante una conversación telefónica el 5 de este mes con el presidente ruso Vladimir Putin, Erdogan atribuyó la responsabilidad de la situación en Crimea «principalmente» al nuevo gobierno ucraniano, según una declaración oficial turca. El primer ministro además advirtió que la «inestabilidad afectará negativamente a toda la región».
En declaraciones el 6 de este mes a la televisión estatal, el ministro de Energía, Taner Yildiz, descartó que el suministro de gas ruso se viera afectado, y aseguró que no había necesidad de buscar alternativas en otros países, como Azerbaiyán.
Pero mantener el adecuado equilibrio diplomático podría resultarle más difícil a Erdogan en las próximas semanas y meses. El referendo que se realizará en Crimea el 16 de este mes sobre la adhesión de la península a Rusia podría crear un profundo dilema para Ankara, señala Ulgen.
Si a Turquía le preocupa la integridad territorial de Ucrania y la posible persecución de tártaros bajo un control ruso, «deberá ser mucho más crítico con Moscú para que Crimea se separe de Rusia».
El 6 de este mes en Simferópol, la capital crimea, el líder tártaro Mustafá Jemiliyev reveló que el canciller turco le había asegurado que Ankara «se involucraría si los tártaros corrían peligro».
Cualquier enfrentamiento que involucre a los tártaros crimeos y a la población rusa en la península desatará pasiones nacionalistas en Turquía y añadirá presión sobre Ankara para que tome algún tipo de acción.
«Podría haber algunos individuos nacionalistas (en Turquía) que estarían dispuestos a ir allí (Crimea) y pelear», advierte Umut Uzer, experto en pueblos turcos y nacionalismo en la Universidad Técnica de Estambul.
De todas formas, será difícil para Erdogan adoptar una postura más agresiva hacia Rusia sin poner en riesgo sus preciadas relaciones económicas con Moscú.
Una actitud más beligerante «supone una dificultad fundamental, porque (Turquía) no quiere poner en peligro sus relaciones políticas y económicas con Rusia... sobre todo considerando que Erdogan y Putin parecen mantener una buena relación», dice Ulgen.