La primera reunión de expertos sobre el cambio climático tras el enorme fiasco de la cumbre de Copenhague se ha celebrado en Bonn. Unos 1700 delegados de 175 países debían marcarse un calendario de reuniones para finalmente pactar un documento, consensuado por una mayoría, que se firme en la Conferencia de Cancún (México) que se celebrará a finales de noviembre y primeros de diciembre de este año.
Las organizaciones medioambientales han expresado su opinión, como siempre, de una manera muy gráfica: En el exterior del centro de Conferencias de Bonn han depositado una tonelada de cristales rotos con un cartel en el que se podía leer, «¡Es hora de pegar de nuevo los pedazos rotos!».
La directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Alicia Montalvo, destacó en nombre de la presidencia de turno de la UE, que la reunión ha demostrado que, pese a las dificultades que quedan por resolver, todas las partes «mostraron su compromiso» de alcanzar un acuerdo este año.
Mientras que el negociador jefe de la Comisión Europea, Artur Runge-Metzger, dejó bien claro
que«hay que tener mucho cuidado con no despertar demasiadas expectativas» de que en Cancún se pueda llegar a un acuerdo «legalmente vinculante»... «Nosotros (por la UE) estamos dispuestos, pero no podemos hablar por todos».
La UE opina, que en el futuro tratado vinculante, que debería sustituir al protocolo de Kioto que expira en 2012, se debe limitar el calentamiento terrestre a dos grados por encima de la temperatura de 1995 y poner en práctica el plan de ayuda financiera a los países en desarrollo para mitigar los efectos del cambio climático. En resumidas cuentas, los puntos principales del Acuerdo de Copenhague que han suscrito 110 países.
Venezuela, Bolivia y Nicaragua se negaron por considerarlo poco ambicioso e incapaz de limitar la temperatura de la Tierra.
China propuso reducir sus emisiones entre un 40 y un 45 por ciento respecto a 2005 ( en la realidad un escaso 8% desde 1995) y Estados Unidos, un 17% también respecto a 2005. Así las cosas en esta cumbre de Bonn, se trataba de fijar una serie de reuniones preparatorias, al menos cinco, que permitieran llegar a un acuerdo sobre el texto que debería llevarse a la Cumbre de Cancún Los países desarrollados han acordado solamente una que no permitirá preparar un tratado como el de Kioto, ni siquiera un acuerdo marco.
La situación es complicada, los países emergentes Brasil, China, India y Sudáfrica que se han unido más desde Copenhague, no quieren nada vinculante. Son partidarios de un acuerdo voluntario.
Estados Unidos tiene problemas internos a este respecto. El senado no aprueba un proyecto de ley para reducir emisiones y algunos senadores trabajan en uno nuevo que podría hacer concesiones para algunos Estados e industrias. Además cada vez está más enrarecido el debate sobre el cambio climático.
Por su parte, algunos Estados miembros de la UE creen que podrían hacer un esfuerzo mayor aunque esto significara una posición incómodo frente a EE UU, Canadá o Japón.
Por su parte, Yvo de Boer representante de la ONU para el cambio climático, opina que ha aumentado la desconfianza en llegar a un consenso, «Primero tenemos que conseguir un esquema de acuerdo, eso se puede hacer en Cancún, y concluirlo más tarde».
La situación actual la definió muy bien el representante de Bolivia, Pablo Solón, que dijo que las propuestas de limitar las emisiones son tan pequeñas que «vamos a tener a la mitad de la humanidad viviendo sin agua y a la otra mitad debajo de ella».