Rebeldes del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) organizaron una trama de tráfico internacional de órganos en 1999 en campos secretos, cuyas víctimas eran, sobre todo, prisioneros serbios. Es la conclusión del político suizo Dick Marty, cuyo informe sobre el caso fue respaldado este martes por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
Marty no acusa directamente al actual primer ministro de Kosovo, Hashim Thaçi, jefe entonces del Grupo de Drenica, del UCK. Sin embargo afirma que «es difícil pensar que él nunca haya escuchado hablar del asunto». Los hechos sucedieron al término del conflicto armado entre serbios y albanokosovares. El informe denuncia que desde entonces la comunidad internacional no ha hecho nada por aclarar las informaciones de que disponía ni para castigar a los responsables.
Por eso, la Asamblea Parlamentaria pide que se abra una verdadera investigación internacional y a las autoridades albanesas y a las de Kosovo –que no pertenece al organismo- que cooperen sin reservas con la misión de la UE en la zona, EULEX, o cualquier otro organismo internacional que reciba el mandato de aclarar los hechos.
Thaçi ha enviado una carta al Consejo de Europa, en la que muestra su disposición a colaborar en una investigación independiente que «demostrará que las acusaciones no tienen fundamento».
El ponente del informe asegura que lo ha elaborado gracias a los testimonios de testigos, cuyos nombres no se incluyen por considerar que sus vidas corren peligro. «En el momento presente no existe una ley en Kosovo para la protección de testigos», dice Marty.
Para complicar más las cosas, en declaraciones al diario serbio Blic, el relator del Consejo de Europa afirma que el Tribunal Penal Internacional sobre la antigua Yugoslavia, destruyó pruebas que estaban en su poder sobre el asunto, por considerar que eran insuficientes o que no tenía jurisdicción sobre el caso. Marty matiza que no cree que se tratara de una conspiración, pero sí de una prueba de malas prácticas.