Tanto él como otros muchos jóvenes trabajan en canteras de arena en la zona de Rhonda, ubicada al sur de la ciudad de Nakuru y cerca del Parque Nacional Lago Nakuru, en el Valle del Rift, un área que se caracteriza por la proliferación de asentamientos irregulares.
El río Ndarugu, que desemboca en el Parque Nacional Lago Nakuru, es el sitio principal de extracción.
Karanja nos dice que ha visto morir a muchos trabajadores al venírseles encima mientras excavaban las altas y frágiles paredes. «El hambre nos empuja a las minas de arena. Ganamos muy poco, pese a los riesgos que corremos. Excavamos arena sin casco de seguridad», explica.
Nakuru, a 160 kilómetros al noroeste de Nairobi, fue considerada por ONU Hábitat la ciudad de mayor crecimiento en África central y oriental en 2010. Esto generó un flujo de inversores en la zona y el consiguiente auge de la construcción, la principal consumidora de arena.
Jackson Kemboi es propietario de una cantera de dos hectáreas que tuvo que cerrar temporalmente el mes pasado, cuando un padre y su hijo murieron aplastados por el muro que se vino abajo mientras estaban excavando.
La extracción de arena en Rhonda emplea a unas 3.000 personas, nos dice. «La cantera existe desde principios de los años 80. Como propietario tengo que distribuir lo que gano por un camión de siete toneladas con todos los involucrados», explica. «Los jóvenes vienen todos los días, recogen y cargan la arena y cobran al final de la jornada», indica.
Kemboi cobra el equivalente a 58 dólares por siete toneladas de arena, un 20 por ciento lo reparte entre mineros, cargadores y conductores de los camiones.
Jack Omare, padre de dos hijos, nos dice que trabaja en la cantera de Kemboi desde 1992 y que se ha librado de morir tres veces. El peor incidente fue cuando se derrumbaron las frágiles paredes de arena, empujándolo a él y al chofer del camión al río Ndarugu, pero por suerte sobrevivió.
Omare relata que en un día normal gana un mínimo de 300 chelines kenianos (unos tres dólares), con lo que apenas paga una comida para él, su esposa e hijos.
Una industria próspera
La arena se vuelve un elemento necesario en el auge de la construcción que mueve la creciente urbanización y el rápido crecimiento económico de Kenia. El Informe Económico 2013, del Instituto de Análisis e Investigación de Políticas Públicas de Kenia, pronosticó que la economía crecería alrededor del 5,5 por ciento en 2013 y un 6,3 por ciento este año, por encima del 4,6 por ciento registrado en 2012.
Anne Waiguru, secretaria del Ministerio de Planificación y Descentralización, nos dice que la población urbana aumenta a un ritmo del cuatro por ciento al año. La situación, según ella, puede atribuirse a la violencia postelectoral de 2008, así como a la migración de jóvenes del campo que buscan trabajo. Muchos de ellos tienen pocos recursos y se dedican a la extracción de arena como forma rápida de hacer dinero, a pesar de los riesgos por las malas condiciones laborales.
Karanja nos explica: «A los 14 años decidí suspender mis estudios en la escuela de Kaptembwa para cargar arena en camiones y así comprar materiales escolares», pero luego la abandonó y nunca hizo la secundaria.
Según Mary Muthoni, del departamento de bienestar infantil del gobierno local, unos 3.000 jóvenes, la mayoría menores de edad, desempeñan trabajos en muy malas condiciones laborales, entre los que se encuentra la extracción de arena.
Un funcionario de la Sociedad estatal de Bienestar Infantil, que pidió reserva de su identidad, nos dijo que los jóvenes areneros están expuestos a materiales tóxicos, lo que aumenta su probabilidad de desarrollar enfermedades de tipo respiratorio.
Degradación ambiental
En 2013, la Autoridad Nacional de Gestión Ambiental (NEMA, en inglés) ordenó cerrar las canteras de Nakuru tras denuncias de que la extracción de arena contribuía a la degradación ambiental. La actividad influía en la sedimentación del río Ndarugu y ponía en riesgo los servicios públicos de la zona e infraestructuras como caminos y escuelas.
«La prohibición sigue vigente. En tanto que autoridad no tenemos problema en cumplir la ley, pero consideramos la vida de miles de jóvenes que se quedarán sin trabajo», explica el director de NEMA, Wilfred Osumo.
Las personas que quieran continuar con el negocio, en especial los propietarios de las canteras, deben solicitar una evaluación de impacto ambiental al NEMA, que tiene un coste del 0,1 por ciento del proyecto total.
La Guía Nacional para Recoger Arena, publicada por NEMA en 2007, estipula que la actividad está restringida al lecho del río y que no está permitida en sus márgenes, para evitar la ampliación del curso fluvial.
«La extracción de arena en el Valle del Rift se realiza a lo largo del río, pero el material es de mala calidad en comparación con otras partes de la provincia Oriental, en Machakos, Kitui y Makueni», dice a el profesor Jackson Kitetu, quien investiga este asunto en la Universidad de Kabarak.
Un estudio que realizó entre 1993 y 1997 revelaba que en la provincia Oriental, la actividad generó 30.000 puestos de trabajo.
A pesar de los riesgos que conlleva, la gente seguirá extrayendo arena.
Mike Mwangi, un chofer con permiso para trabajar en las canteras, nos dijo que prefiere esa fuente de ingresos a pesar de los riesgos.