A pesar de la incertidumbre y del conflicto en curso, Malí se esforzará por reconstruir y preservar su patrimonio cultural, ha explicado el ministro de Cultura maliense, Bruno Maïga. «Al quemar manuscritos, prohibir prácticas tradicionales en las regiones ocupadas, no dejar escuchar música y sembrar el terror, los yihadistas aplastaron nuestro espíritu y nuestra esencia cultural».
Durante su estancia en París para participar en el «Día de Solidaridad con Malí» , organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ha dicho que «el objetivo fue destruir nuestro pasado, nuestra cultura, nuestra identidad y sobre todo, nuestra dignidad». En el encuentro participaron expertos en cultura, funcionarios de gobierno, artistas y académicos para evaluar los daños infligidos al patrimonio mundial y a los antiguos y valiosos manuscritos de ese país de África occidental, así como para diseñar un plan de acción para su rehabilitación.
Maïga explica que espera que el esfuerzo de la Unesco lleve a un «verdadero inicio» en la reconstrucción del patrimonio de Malí. «Espero que haya alguna acción concreta y por eso vine, pese a todas las dificultades». Tres importantes mezquitas y seis mausoleos de la icónica ciudad de Tombuctú, en el nortedel país, junto al Níger, fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1988. La Tumba de los Askia, en Gao, otra ciudad del norte, que data de 1495, fue agregada en 2004. En julio de 2012, esta tumba y la mezquita Sidi Yahya figuraron en la lista de monumentos «en peligro» tras la destrucción de 11 mausoleos y las puertas de ese templo islámico.
La destrucción, atribuida a rebeldes islamistas, ocurrió a lo largo del conflicto que empezó en Malí en enero de 2012. Mientras las fuerzas francesas y malienses recuperaron el control de Tombuctú a fines de enero, los rebeles en retirada incendiaron el Instituto Ahmed Baba, destruyendo algunos de los preciados manuscritos antiguos conservados allí. Maïga explica a la prensa que se perdieron entre 2.000 y 3.000 manuscritos, pero que otros 300.000 documentos estaban a salvo, aunque no quiso dar datos sobre su ubicación por razones de seguridad. Muchos de los textos datan del siglo XIII al XVI y fueron elaborados por renombrados eruditos de la zona.
Los manuscritos iban a ser digitalizados, pero los rebeldes destrozaron los ordenadores y otros equipos instalados para ese fin, señala Maïga. «Rompieron todo». «Malí tiene una cultura y una historia ricas que sirvieron para cementar la cohesión social» relata el ministro de cultura africano. «Durante cientos de años, diferentes comunidades convivieron respetando la diversidad. Es esta diversidad y este espíritu de tolerancia y esta creatividad que los islamistas tratan de destruir. Tenemos que oponernos con firmeza a eso».
Tras las conversaciones en París, Malí y sus socios adoptaron un plan de acción para la «rehabilitación del patrimonio cultural y la salvaguarda de antiguos manuscritos». Lazare Eloundou, jefe de la unidad para África del Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco, dice que el coste de digitalizar los manuscritos y de reconstruir los mausoleos se estima entre 10 y 11 millones de dólares. También ha explicado que la agencia ha abierto una cuenta especial para recibir fondos para ese fin, y que el Día de Solidaridad también fue una forma de llamar la atención sobre la necesidad de contribuciones de donantes privados y públicos.
En la ceremonia de apertura, Aurélie Filipetti, ministra de Cultura y Comunicación de Francia, ha señalado que las instituciones francesas participarían en la capacitación de expertos malienses en las áreas de conservación y restauración del patrimonio. «Malí es una importante fuente artística, cultural y espiritual y el papel de Francia, de la Unesco y de toda la comunidad internacional es ayudar al pueblo de Malí a redescubrir su dignidad y el orgullo por su cultura».
Instituciones como el Museo Quai Branly, de París, dedicado a civilizaciones y arte indígenas, y la Biblioteca Nacional de Francia prestarán su experiencia en restauración y reconstrucción. «Ningún principio espiritual ni temporal pueden justificar que se prive a un pueblo de su historia» ha reafirmado Filipetti.
Como el conflicto continúa, con ataques esporádicos, los especialistas temen que los objetos culturales malienses formen parte del comercio internacional ilegal, valorado entre 6.000 millones y 8.000 millones de dólares al año. Funcionarios de la Unesco estimaron que algunos de esos objetos ya estaban en el mercado ilegal, pero la agencia espera que los gobiernos vecinos tomen medidas para evitar que otras obras artísticas ingresen en su territorio. La directora general de la Unesco, Irina Bokova, ha señalado que la agencia trabajara con sus socios y con Interpol (Policía Internacional) para detener la venta de esos objetos de arte. También ha subrayado la importancia de la cultura para las naciones.
Bokova ha dicho «queremos mandar un mensaje muy fuerte sobre la importancia de la cultura y del patrimonio. Un mensaje que rechaza la destrucción del patrimonio porque destruye las identidades de los pueblos». Bokova, visitó Malí a comienzos de este mes con el presidente francés François Hollande, y vio con sus propios ojos los restos quemados de algunos manuscritos.
La directora general de la Unesco insiste en que «para nosotros, Tombuctú, Gao y el patrimonio de Malí van más allá de su mera descripción en la Lista de Patrimonio Mundial porque muestran el desarrollo de la civilización islámica y el diálogo entre las culturas. Los manuscritos tienen registros de la ciencia, la medicina, la astronomía, la espiritualidad y la filosofía islámicas».