La segunda ciudad más grande de Hungría ha vivido unas horas de máxima tensión con dos manifestaciones protagonizadas por un lado por los gitanos y en otro los grupos nazis. En medio la policía que mantuvo a ambos separados, evitando enfrentamientos graves. Ante unos 3.000 seguidores, Gabor Vona, presidente del partido Jobbik, aseguraba que su formación política «ayudará a aquellos que construyen Hungría, sin importar su color.... pero vamos a ir tras los que destruyen el país y no los vamos a dejar en paz». Una joven de 25 años, despempleada, aseguraba «no pasa un día sin que no se produzca un incidente con los gitanos. Viven como cerdos».
Los manifestantes convocados por Jobbik, marcharon con antorchas alrededor del polígono de vivienda Avas, construido en la época comunista, gritando consignas como «delincuentes gitanos». La policía tomó la ciudad con agentes antidisturbios que llegaron en varios autobuses.
Los gitanos son, según este grupo de extrema derecha, los culpables de todo, desde delitos menores hasta de la suciedad de las calles. Jobbik ocupa 45 de los 386 escaños del Parlamento húngaro y ha capitalizado el resentimiento contra los cerca de 700.000 gitanos que viven en el país. Aseguran que los recortes presupuestarios impuestos por el gobierno afectan también a la seguridad pública de algunas partes del país.
Los líderes de la comunidad gitana rechazan la acusación de que sean los culpables de los problemas de delincuencia y seguridad. El jefe del gobierno local de la minoría romaní, Gabor Varadi, reconoce «no voy a mentir, hay un problema de integración, pero lo que necesitamos es una gran cantidad de trabajadores sociales y no policiales».
Cientos de gitanos desafiaron la marcha con pancartas en las que se leía «Este es nuestro país. Queremos una Hungría sin nazis». Maria Gagyi, una gitana de 26 años con tres hijos explica, «antes de venir a los grupos AVAS, vivía en una habitación individual, no teníamos ni agua corriente». «Muchos piensan que los gitanos no necesitan un cuarto de baño, deberían venir aquí en vez de manifestarse», dice, refiriéndose a los convocantes de Jobbik.
Miskolc fue durante la época comunista un centro industrial donde vivían unas 40.000 personas, que ha experimentado en los últimos años una inmigración masiva de gitanos indigentes procedentes de las zonas rurales, la mayoría viven en condiciones muy precarias, hacinados en pisos pequeños.
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