IPS - Puede que sea mera casualidad para la República Islámica de Irán que, hace tres años, se tomara la decisión de organizar en Teherán la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (Noal). Aunque la anterior reunión fue realizada poco después de las controvertidas elecciones presidenciales iraníes de 2009, es poco probable que alguien hubiera previsto el significado que el siguiente encuentro tendría para Irán a la luz del esfuerzo sistemático del gobierno de Estados Unidos de endurecer las sanciones y los cambios en esa región.
El extraordinario esfuerzo puesto en la organización de la cumbre, que se realizará del 26 al 31 de este mes, apunta a mostrar el papel global de Irán y a ofrecer pruebas concretas del fracaso de la iniciativa de Washington de aislar a la República Islámica. El gobierno ha concedido a los funcionarios públicos de la capital iraní, cinco días libres, además de 30 litros adicionales de gasolina, que está racionalizada en el país, quizá para alentar a la gente a que se vaya de vacaciones fuera de la capital. Pero la interpretación no es mía. Es un asunto muy mencionado por varias autoridades iraníes.
Por ejemplo, Esatollah Zarghami, director de la radio y la televisión de Irán, consideró la cumbre como una «maniobra contra la arrogancia, que da el mensaje de que la nación de Irán tiene un papel que desempeñar en la ecuación global, independientemente del poder de la arrogancia global». La cumbre está siendo utilizada para mostrar con contundencia que no es la «comunidad global» la que tiene problemas con la República Islámica, como han reiterado varios funcionarios estadounidenses, sino solo una coalición de países encabezados y presionados por Estados Unidos. E, irónicamente, el gobierno del presidente Barack Obama lo admite al calificar a Teherán de «extraña e inadecuada elección» para la cumbre, al tiempo que ha tratado de disuadir a varios gobernantes de que no participen.
Según Ali Saeedlu, el vicepresidente de Irán y presidente de la secretaría de la cumbre, asistirán 150 delegaciones, incluidas las de 20 organizaciones internacionales. Teherán planea albergar a 7.000 delegados que tienen previsto visitar «centros industriales y sitios históricos y culturales». Solo la delegación de India incluye a 250 personas y estará encabezada por el primer ministro Manmohan Singh, explica Saeedlu. Pero aún está por verse si este esfuerzo fortalece la posición de Irán y tiene un impacto en reducir la escalada de sanciones impuestas por Estados Unidos.
El Noal ya emitió varios comunicados a favor del programa nuclear pacífico íraní, y no es mucho más lo que puede hacer, o hará, en Teherán, más allá de confirmar anteriores posturas. Puede ocurrir algo desagradable en relación con Siria, que estará representada en la cumbre. Según la agencia de noticias estatal IRNA, en Irán se discute sobre si participará el presidente sirio Bashar al-Assad o no. Pero es muy poco probable que asista y es posible que una declaración suave, llamando a una cooperación regional para resolver el embrollo, deje satisfecho a los participantes. IRNA ya reconoció que es poco probable que la declaración final incluya un apoyo a la soberanía de Siria como miembro del Noal.
Probablemente, el aspecto más importante de la cumbre es la decisión del presidente de Egipto, Mohammad Morsi, de asistir. Pero esto tiene más que ver con la nueva orientación en materia de política exterior que con el no aislamiento de Irán. El presidente egipcio es el actual secretario general del Noal, y si no concurre a Irán a entregar el mando rotativo del grupo sería considerado un insulto, así como una continuación de la política exterior dependiente de Estados Unidos del régimen de Hosni Mubarak. Que Egipto e Irán decidan reestablecer relaciones diplomáticas completas no dependerá de lo que ocurra en la cumbre, sino del momento y del deseo de ambos países de concretarlo.
En Irán, el deseo y el esfuerzo concertado de elevar las relaciones con Egipto existe desde la presidencia de Mohammad Jatami, y los últimos vestigios de oposición se disiparon con los recientes cambios políticos en Egipto. Mientras, el intercambio de embajadores entre ambos países es efectivamente la forma menos costosa para Egipto de anunciar su nueva e independiente política exterior. No contar con embajador en Irán cuando todos los países árabes lo tienen, incluida Arabia Saudí, sencillamente carece de sentido, e incluso Estados Unidos debe comprenderlo. Intercambiar embajadores no necesariamente significa tener vínculos amistosos, como lo prueba la relación de Irán con Arabia Saudita.
Y cuánto esté dispuesto El Cairo a profundizar las relaciones con Teherán dependerá del equilibrio de poder en la política interna egiptcia, así como de las relaciones con Estados Unidos y otras potencias regionales. Pero, según cómo resulte la organización de la cumbre, Teherán tratará de cosechar la mayor publicidad posible para una exhibición dispuesta esencialmente para un público que reside fuera de Irán.
En lo que respecta al público iraní, una vez terminada la cumbre, seguirá dividido y abrumado por los graves problemas económicos y por un sistema político resquebrajado y paranoico que todavía no sabe qué hacer con una gran cantidad de ciudadanos descontentos y sin poder ofrecer una explicación de por qué un ex primer ministro (y su esposa), así como un expresidente del parlamento, siguen presos sin cargos en su contra.
La buena noticia para ese público es su permanente sentido del humor. Ya circula un chiste por los cinco días de vacaciones que el gobierno da a los teheraníes: el fin de semana pasado se ahogaron 30 personas en el mar Caspio y 90 murieron en accidentes de tránsito. Moraleja: «si Israel espera, muchos de nosotros moriremos durante las vacaciones estivales».
* Farideh Farhi es una experta graduada de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Hawai. Dio clases de política comparada en la Universidad de Colorado y de Hawai, en la de Teherán y en la de Shahid Beheshti, en la capital iraní.