«Tierra de Hombres» en Holanda, el «padre» de la criatura, ha creado esta menor mediante técnicas de animación avanzadas que captan los movimientos y la voz de una persona real para llegar hasta las decenas de miles de delincuentes que navegan por la red.
20.000 pedófilos han contactado con ella, a través de chats públicos, pidiéndo a la niña que realizara actos sexuales ante su webcam a cambio de dinero. 1.000 de ellos han sido identificados y localizados, mediante las huellas digitales que las redes sociales dejan en las web. La ONG holandesa ha enviado los datos de todos ellos a Interpol , para que la justicia haga su trabajo. El millar de pedófilos identificados pertenecen a 71 países, 7 de ellos españoles.
Con esta acción la organización humanitaria quiere demostrar que encontrar criminales de este tipo de delitos es más fácil de lo que parece. Piden que las autoridades prosigan esta investigación de desmantelamiento del llamado «turismo sexual online». Estados Unidos, Austria, Canadá, Suecia, Reino Unido y Holanda, son los únicos países que han condenado a una nacional suyo por ciberturismo sexual.
Hans Guyt, director de campañas de Tdh Holanda, ha dicho que para seguir la pista de los turistas sexuales en línea «solo hay que cambiar la forma de investigar y que los gobiernos estén dispuestos a ello». Los adultos pagan por estos servicios y también almacenan información, o bien fotos, que comparten con otros y la policía puede localizar su dirección electrónica. Guyt señala que «la policía internacional podría rastrear unos 100.000 pedófilos en un año». Se calcula que en la red hay activos unos 750.000, que buscan diariamente alguna de sus víctimas.
La Fundación Tierra de hombres, pide a las autoridades internacionales que tomen medidas estrictas y eficientes de protección infantil y repriman y castiguen a los «depredadores de la webcam». También ha realizado un vídeo y ha iniciado una campaña en internet para pedir a los ciudadanos su apoyo. Una simple investigación, señala esta organización con más de 20 años de experiencia, ha levantado la tapa de una práctica que aumenta cotidianamente y de forma paralela a otros tipos de abusos sexuales como la pornografía o las violaciones físicas, dejando un devastador trauma psicológico a los menores.