«Malala abandonó el Islam por el secularismo», dice desde una ubicación no revelada el portavoz de la organización extremista Tehrik-e-Taliban Pakistán, Shahidullah Shahid. Son las valientes estudiantes de la madrasa (escuela religiosa islámica) Jamia Hafsa, en Islamabad, quienes deberían haber recibido un premio, agregó Shahid. En 2007, estas estudiantes se enfrentaron con fuerzas policiales.
Este año, el Nobel de la Paz fue para la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Pero el Parlamento Europeo le otorgó a Malala, activista por el derecho a la educación de las mujeres, el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia. «El Talibán no perderá la oportunidad de matar a Malala Yousafzai, y también serán objeto de ataques aquellos que vendan su libro», dice Shahid.
La adolescente, ahora de 16 años, relató sus experiencias en el libro «Yo soy Malala», que escribió en coautoría con la periodista británica Christina Lamb. «La gente sabe que Malala no regresará a Swat, y eso no les gusta».dice Mushtaq Ali, graduado en informática y desempleado. Pero en una silenciosa respuesta a las amenazas del Talibán, ha aumentado la cantidad de niñas que estudian en la Escuela Pública Jushal, la misma a la que asistía Malala. «En 2009 teníamos 450 estudiantes, y ahora llegamos a 700», explica Subjan Shah, profesora de la escuela. «Muchos padres quieren educar a sus hijas».
Mohammad Atif, ministro de Educación Primaria en Jyber Pajtunjwa (ex Provincia de la Frontera Noroccidental) recuerda que este año su distrito invirtió en enseñanza 660 millones de dólares. Se está prestando más atención a la educación femenina, señala. «En una campaña especial de inscripciones, a partir del 1 de septiembre de este año admitimos en las escuelas a 115.000 niños y niñas que hasta entonces no estaban matriculados».Y agrega que «más de 60.000 eran niñas. Hemos reconstruido 650 de las 750 escuelas dañadas por el Talibán».
El 9 de octubre de 2012, Malala, entonces estudiante de secundaria de 14 años, recibió varios disparos en la cabeza y cuello cuando se dirigía a su casa desde la escuela de Mingora, la ciudad más importante del valle de Swat. Poco después fue sometida a una cirugía en el hospital militar de Peshawar para retirarle un proyectil que había quedado alojado en su cráneo, luego fue trasladada a Gran Bretaña, donde la operaron cuatro veces más. Tras el atentado, «creció la avidez de las niñas por educarse», dice Mushtari Begum, encargado de enseñanza en Swat. «La mayoría de las niñas la consideran un modelo a seguir». Las inscripciones femeninas en las escuelas primarias pasaron de 85.650 en 2010 a 126.678 este año, según informaciones oficiales.
Malala se dió a conocer en 2009, cuando empezó a escribir un blog en urdu, en la web de la BBC. Desde allí hacía campaña a favor de la educación de las niñas, que justamente el Talibán había vetado bajo amenaza de muerte. Aunque usaba un seudónimo, se sabía que ella era la autora del blog, y ganó fama mundial, señala la directora de la Escuela Secundaria Femenina del Gobierno en Mingora, Zahira Shahid. «Desde entonces se convirtió en la inspiración de las niñas del lugar», añadió.
«Durante esos tiempos difíciles, cuando todos los políticos y las organizaciones de la sociedad civil guardaban silencio hermético por temor al Talibán, Malala surgió como una defensora de los derechos de las niñas que dio fuerza a la población femenina oprimida», apunta el político Mohammad Jaffar, del partido Pakistan Tehreek Insaf, liderado por el exjugador de criquet Imran Kan. Sin embargo, a Jaffar le sorprende la resistencia a que Malala haya saltado a la escena internacional. «No hubo ninguna celebración el 9 de octubre, día en que le dispararon y sobrevivió». «La población local se siente traicionada por Malala», sostiene Ghufran Ali, maestro del Degree College de Swat. «Ella abandonó al pueblo de Swat, que deberá seguir soportando al Talibán». Este hecho se ha salido de su cauce por la cobertura que realizan los medios de comunicación internacionales, reflejando el interés de Occidente
«Malala y sus dos amigas Shazia Ramzan y Kainat Riaz, que sufrieron heridas en el ataque, se fueron a Gran Bretaña para recibir educación gratuita, pero ¿qué hay de las otras miles que se sienten al filo de la navaja cada vez que entran y salen de la escuela? Si ella hubiera vuelto de visita tras recuperarse, la gente habría estado exultante», agregaGhufran Ali. Abdul Hakim, comerciante en el principal mercado de Swat, añade que pese a la campaña por el Nobel «no hay celebraciones en Swat ni en ninguna otra parte de Pakistán, lo que significa que el pueblo no está feliz con ella». «La gente sabe que Malala no regresará a Swat, y por eso no les gusta», sostiene Mushtaq Ali, un graduado en informática que está desempleado.
«Los medios internacionales vienen promoviendo a Malala porque la hirieron en el ataque del Talibán, pero han estado ajenos a los asesinatos selectivos de los miembros del comité para la paz, también perpetrados por el Talibán». «Cada mes son asesinadas en Swat entre 10 y 15 personas contrarias al Talibán pero Malala y su familia disfrutan su libertad a miles de kilómetros de aquí», plantea.
En diciembre del año pasado, hubo protestas cuando el gobierno bautizó al Degree College de Swat con el nombre de Malala. Los manifestantes argumentaron que así se pondría en peligro las vidas de las estudiantes. La decisión se revocó a petición de la propia adolescente.
Pero no todo es acritud hacia Malala. Hay quienes se decepcionaron de que no ganara el Nobel. «Cancelamos nuestras celebraciones cuando oímos que no había obtenido el premio. Sin embargo, esperamos que continúe su lucha por la promoción de la educación femenina en Swat», destaca el presidente de la Asociación de Maestros de Swat, Zahid Kan.
El maestro de Malala, Fazal Jaliq, sostiene que los estudiantes de la Escuela Pública Jushal están tristes porque no recibió el premio. «Todavía es muy joven y puede obtener el Nobel el año próximo. Su nominación nos generó una alegría inmensa».