La compra de deuda pública española e italiana por el BCE es la polémica que Draghi hereda de su precedesor, Jean-Claude Trichet. En banquero francés ya señaló que era una medida excepcional, que finalizaría en cuanto se pudiese. Eso proporciona una hoja de ruta al italiano, pero las decisiones siguen condicionadas por el día a día en los mercados y en la capacidad de la UE para dar estabilidad a la moneda única.
En unos días se verán las maneras del nuevo presidente del banco europeo para contener la inflación, ahora por encima del 2% que el propio BCE puso como límite. Su postura sobre una posible bajada de los tipos de interés marcará la pauta, aunque los expertos creen que no habrá novedades, de momento, por el enfriamiento de la economía.
Draghi ha defendido la necesidad de que los países del euro acometan reformas estructurales para recuperar competitividad, se ha pronunciado por una mayor unión económica en Europa y ha defendido la creación de bonos europeos para paliar la crisis de deuda.
Draghi, de 63 años, es el responsable de las grandes privatizaciones de empresas publicas italianas. En su país ocupó cargos en el Ministerio del Tesoro y fue gobernador del Banco Central. Ha sido también director ejecutivo del Banco Mundial y se ganó la popularidad y el apodo de «Super Mario», tras pasar por Goldman Sachs, como director ejecutivo para Europa. Se le criticó entonces por haber impulsado el uso de derivados en algunos países para gestionar sus deudas y, segúnsus detractores, haber ayudado así a maquillar las cuentas griegas.
En Alemania, donde se confiaba en poner a uno de los suyos al frente del BCE, la llegada de Draghi se ve con escepticismo. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, Francia, España y, por supuesto, Italia, apoyaron su nombramiento.