La presidencia sueca de la Unión Europea termina la semana que viene con un aparentemente satisfecho primer ministro, Fredrick Reinfeldt, que se ha hecho conocer en Europa con una omnipresente manera de hacer cosas o parecer que las hace, que en la televisión y en la UE, viene a ser lo mismo. En cualquier caso, por habilidad o casualidad, los suecos han puesto las bases de una nueva Unión.
En Estocolmo queda el regusto amargo de la Cumbre del Clima de Copenhague, porque ahí había puesto el gobierno sueco sus mayores expectativas. La UE, abanderada en la lucha contra el cambio climático, y Suecia, aún más, han visto como sus ambiciosas propuestas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero eran ignoradas por Estados Unidos y los países emergentes. Queda la consolación de que la teoría se aceptó y los próximos meses deberán decir qué pinta Europa a la hora de imponer fondo y forma sobre el calentamiento global.
El fin de la crisis
A la presidencia sueca le tocaron los ya famosos brotes verdes en la economía, una incipiente salida de la crisis, que unos han visto más clara que otros. Las principales economías europeas, no España, dejaron atrás la recesión, pero el paro sigue siendo la gran lacra y sin perspectivas de solución a corto plazo.
En cualquier caso, este semestre se crearon los mecanismos de supervisión financiera, que la presidencia española deberá poner en marcha y que deberán garantizar la estabilidad futura de los mercados. Se puso fin a la "cultura de los bonus", con nuevas reglas de compensación y se estableció una hoja de ruta para salir con éxito de la crisis, aunque se mantienen las dudas, según los Estados, de cuándo poner fin a los estímulos fiscales.
En este periodo se ha dibujado el camino para los próximos diez años con la estrategia UE2020, que sustituye a la fracasada estrategia de Lisboa, pero de la que recoge sus principales objetivos, para hacer de Europa una economía sostenible, innovadora y respetuosa con el medio ambiente.
En un vertiginoso otoño y con dudas hasta última hora, por la firma de los presidentes de Polonia y la República Checa, se aprobó el Tratado de Lisboa, la gran apuesta de la UE para renovar sus instituciones, hacer eficaz el club europeo en su toma de decisiones y reforzar la política exterior para que, de una vez, Europa esté entre los líderes mundiales con una sola voz. El decepcionante nombramiento de Herman Van Rompuy, como presidente estable de la Unión, y de Catherine Ashton, como Alta Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, se ha tornado en pocas semanas en una expectativa de que las cosas pueden funcionar. Uno y otra, discretamente, van dando forma al cargo y tienen el voto de confianza para empezar a trabajar y tomar decisiones.
Suecia quiere que quede en su inventario de logros el camino abierto para la UE como actor global. En el semestre se han celebrado cumbres con Suráfrica, Brasil, Estados Unidos, India, China, Rusia y Ucrania, pero la propia presidencia reconoce que la inminencia de la Cumbre del Clima de Copenhague centró los esfuerzos y los supuestos acuerdos, que finalmente no fueron como esperaban en Estocolmo.
Los Balcanes, más cerca
Los Balcanes han dado importantes pasos hacia Europa con la presidencia sueca. Un acuerdo fronterizo entre Eslovenia y Croacia ha permitido a esta última enfilar la recta final de su adhesión a la UE. Macedonia tiene el visto bueno para ingresar en el club europeo y el semestre termina con la solicitud de adhesión de Serbia, fundamental para la estabilidad en la zona.
Las negociaciones con Turquía han avanzado pero, como siempre, con pasos adelante y atrás. Los suecos hacen un balance positivo y la Comisión europea considera insuficientes los progresos turcos en su camino a Europa.
El llamado programa de Estocolmo era uno de los grandes objetivos suecos y ahí está su formulación. Una guía reforzar la cooperación judicial y policial en temas de justicia, interior e inmigración, que también España tendrá que desarrollar.
La presidencia sueca termina con un polémico paquete de medidas en telecomunicaciones ya en vigor, con el campo abierto a las protestas de los agricultores, una gripe A que pasa por Europa sin pánico, pero también con una apocada acción de la UE y con los piratas somalíes sometiendo al chantaje a los barcos europeos, o sea, a Europa. La botella puede verse medio llena o medio vacía. Deberían ser tiempos de esperanza. euroXpress