Suecia ha apostado fuerte por Eurovisión y ha conseguido que se cumplan los pronósticos que daban como vencedora a su representante entre los 26 que han llegado a la final. Loreen, una joven de origen bereber, que ha llevado al festival una canción con un pop muy particular y, sobre todo, con una puesta en escena llamativa y diferente a los usos habituales. Los 372 puntos conseguidos dejan constancia del acierto sueco para toda Europa.
El segundo puesto, 259 puntos, ha sido para las abuelas rusas, Buranoeskiye Babushki, que han logrado hacer lo que pide su canción, un Party para todos. No se puede hablar de calidad musical, pero sí de simpatía y gracia que han convencido. En tercera posición ha quedado Serbia, representada por Zelkjo Joksivomic, un cantante famoso en Europa del Este con una balada bien construida y mejor interpretada.
Pastora Soler ha conseguido para España la décima posición, la mejor desde 2004, y ha conseguido el reconocimiento de la crítica eurofestivalera por su soberbia interpretación de Quédate conmigo.
Las votaciones han servido para constatar, un año más, cómo las influencias musicales, culturales o geopolíticas se dejan notar, pero también la unanimidad de los votantes y los jurados de toda Europa por determinadas canciones. A resaltar, el penúltimo puesto del Reino Unido, representado por Engelbert Humperdink, quien a sus 76 años y después de varios premios Grammy y cientos de millones de discos vendidos se ha atrevido a pisar Eurovisión, hacerlo bien y, sin embargo, pasar inadvertido a la hora de las votaciones.
Ha sido una edición de Eurovisión con alguna canción diseñada para la ocasión, en su peor acepción, y otras muchas de gran calidad. Italia, Alemania o Estonia son buenos ejemplos que, al final, han quedado a mitad de la tabla.
Como espectáculo televisivo, esta 57 edición se ha superado con un despliegue de medios impresionantes y unas mil personas trabajando en la organización. La televisión pública azerí ha derrochado imaginación y dinero no confesado, para que el país se luzca ante una audiencia estimada en más de cien millones de espectadores.
La oposición política de Azerbaiyán y las organizaciones de derechos humanos han aprovechado la celebración del festival en la capital para denunciar la represión política del gobierno y el desalojo de cientos de personas para construir el impresionante edificio multiusos en el que se ha celebrado Eurovisión, el Baku Crystal Hall. La cantante ganadora de esta 57 edición, Loreen, defendió la causa de los activistas y opositores.