Si llevamos el debate al ámbito europeo, a pesar de estos esfuerzos para mejorar, hay una percepción entre la ciudadanía de que las decisiones que se toman en Bruselas son algo ajeno a ellos, en muchos casos una componenda entre líderes extranjeros que nos imponen una serie de medidas que no hemos votado.
Europa se siente más lejos no sólo porque las medidas que se deciden allí parece que contravienen todos los programas con los que se presentan a la presidencia nuestros políticos nacionales, sino porque no hay una sensación por parte de la ciudadanía de que haya una respuesta directa, una rendición de cuentas democrática. Los ciudadanos europeos no percibimos que elijamos directamente al gobierno europeo.
No obstante, la crítica fácil debe ser puesta en relieve. Por un lado, muchas de las críticas que recibe la democracia se deben a la falta de conocimiento sobre cómo funcionan nuestros sistemas democráticos, lo que ha sido especialmente palpable en el caso del ámbito europeo.
Una democracia se distingue bien de lo que no lo es (un ciudadano no tiene más que ver las noticias que nos llegan con cuentagotas de países como China o Corea del Norte y su nulo respeto por los más básicos derechos humanos) y nuestro sistema político europeo, por imperfecto, que lo es, siempre remite en última instancia a líderes políticos que ocupan sus puestos porque han sido o bien directamente elegidos por los ciudadanos o por sus representantes.
Si bien es cierto que nuestras democracias son mejorables y la europea debería serlo introduciendo un mayor peso del voto de los ciudadanos a la hora de elegir quienes presiden sus instituciones más importantes, muchos de los desafíos que se presentan ante nosotros no son de fácil solución y éstos pasan por unos ciudadanos que conozcan mejor sus instituciones y por propuestas de reforma factibles que aborden los problemas.
Por otro lado, en tiempos de crisis y de creciente desconfianza hacia la Unión Europea encontramos también a los que buscan combatir éste fenómeno tan negativo. Es bastante sencillo instalarse en la crítica acomodaticia de que nada funciona o resolverlo todo apelando a la educación de nuestros jóvenes y futuros ciudadanos para resolver los problemas, dejando en manos de los hados que este tipo de ideas se hagan realidad.
Desde los Jóvenes Europeístas y Federalistas (JEF), una organización juvenil supranacional presente en más de 30 países, políticamente plural, no partidista y no gubernamental, trabajamos todos los días para dar a conocer a los ciudadanos las actividades de las instituciones de la UE, creando una conciencia democrática europea.
Buscamos que nuestro análisis crítico se transforme en propuestas concretas para mejorar nuestras instituciones que den la palabra a los ciudadanos. Ya hace más de treinta y cinco años en nuestra organización acuñamos el término déficit democrático al referirnos a las instituciones europeas antes de que se convirtiera en un lugar común. Como muchos jóvenes hoy día, creemos que los dirigentes de las instituciones europeas deben salir directamente de las urnas y que éstos deben concurrir con un programa claro para que el ciudadano sepa a quién exigirle responsabilidades.
Desde nuestra organización, este año hemos implementado un proyecto llamado «Taller sobre democracia». Esta actividad, financiada por la Comisión Europea a través del programa Juventud en Acción, busca no solamente aumentar la conciencia de la juventud sobre los mecanismos teóricos que rigen las democracias, sino también que los jóvenes tomen conciencia de la importancia de Europa en sus vidas y de la importancia que tienen ellos mismos en la propia Europa a través del voto.
En un taller internacional celebrado entre el 7 y el 11 de noviembre de 2012 hemos analizado los fallos que detectamos en nuestras democracias, especialmente a nivel europeo. En breve publicaremos nuestras conclusiones y se las haremos llegar a los eurodiputados. Posteriormente hemos realizado visitas a distintos colegios públicos de la Comunidad de Madrid a lo largo del mes mayo pasado para dar a conocer el funcionamiento de las instituciones y mostrar a los jóvenes su encaje en éstas como ciudadanos cuando voten el año que viene.
Ahora que vivimos sumidos en una crisis económica y política, es no solamente el momento para que los ciudadanos propongamos mejoras que sean oídas no sólo por nuestros políticos, sino para que convenzamos a otros ciudadanos de que hay respuestas.
Ante la crítica de sillón los jóvenes europeístas y federalistas proponemos a los propios ciudadanos que protagonicen estos cambios. Y la única forma de hacerlo es a través, primero, de la reflexión y análisis de lo que falla para, a continuación, hacer lo que esté en nuestra mano para que los jóvenes en las escuelas o el conjunto de la población conozcan mejor lo que nos jugamos en las próximas elecciones europeas.
Nuestra democracia europea necesita ponerse a favor de los vientos de cambio, pero esta vez los soplos de aire fresco no provendrán desde las altas cimas desde donde se toman las decisiones, sino que debemos ser conscientes y alentar que éstos vengan desde las laderas sobre las que descansa el edificio democrático. Y ésta es una tarea que nos involucra a todos y cada uno de nosotros.