El último Eurobarómetro elaborado por este organismo revela que los ciudadanos también son conscientes de este riesgo, y al menos el 53% de los europeos teme que tras un ingreso hospitalario pueda sufrir algún tipo de afección. Es más, el 27% reconoce que ellos mismos, o alguien de su familia ha sufrido algún tipo de infección relacionada con su atención sanitaria. Según los cálculos del ECDC, al menos 80.000 europeos contrajeron alguna de estas enfermedades en 2013, tras pasar por alguno de los centros sanitarios y hospitalarios de la Unión.
Las enfermedades más frecuentes son las infecciones respiratorias, como la neumonía, casi siempre asociadas a una operación quirúrgica. También son habituales las afecciones urinarias o gastrointestinales, especialmente entre los pacientes ingresados en cuidados intensivos. A estas enfermedades habría que añadir los efectos adversos de algunas pruebas médicas y los problemas que puedan surgir debido a errores en la medicación.
Desde el ECDC advierten de que aunque algunas de estas infecciones se pueden tratar fácilmente, otras suponen un riesgo para la salud del paciente. Tanto es así que, según sus cálculos, unas 37.000 personas mueren cada año en Europa debido a enfermedades contraídas en centros sanitarios y hospitalarios. Un hecho que además de las evidentes pérdidas humanas, cuesta cada año más de 7.000 millones de euros, según cálculos de la Comisión Europea. «Los datos confirman que las infecciones asociadas a tratamientos sanitarios suponen un problema de salud pública prioritario y son una amenaza para los pacientes europeos», reconoce Marc Sprenger, director del ECDC, que añade que muchas de estas infecciones se podrían prevenir con los programas de control adecuados.
Falta de formación
Precisamente de cómo reducir estas muertes han hablado varios expertos esta semana en Roma en la cumbre sobre seguridad del paciente. Denuncian que en muchos países no existe un programa de formación especializada para el personal sanitario. Por ejemplo, en Dinamarca, los médicos y enfermeros tienen la obligación de recibir cursos específicos para ejercer; sin embargo, en otros países como España no hay obligación alguna. Además, aseguran que falta un sistema de notificación unificado y avanzado para detectar los casos y prevenir nuevos contagios.
Una vez más la situación económica vuelve a ser uno de los principales obstáculos para mejorar el sistema. En países como Irlanda, España o Eslovenia, donde las inversiones se miran con lupa, no hay recursos suficientes para implantar políticas de seguridad del paciente o de programas de formación. «La prevalencia de estas infecciones es preocupante», reconoce Paola Testori Coggi, directora general de Salud y Consumidores de la Comisión Europea. Recuerda que su oficina está alerta y trabaja conjuntamente con los Estados Miembros para tratar de implementar las recomendaciones sobre seguridad del paciente aprobadas por el Consejo en 2009. «Es necesario aumentar los esfuerzos a nivel local, nacional y europeo», insiste.
A falta de una hoja de ruta de los ministros de Sanidad de los 28 para mejorar los sistemas de formación y prevención, desde Roma los expertos proponen algunas medidas que ayudarán a reducir a corto plazo este tipo de infecciones. Recomiendan limitar el máximo posible las estancias hospitalarias y apostar por la cirugía ambulatoria en las intervenciones menores, porque cuanto más largo sea el ingreso, más probabilidades hay de que el paciente contraiga alguna de estas enfermedades, lo que provoca que se alargue aún más su estancia. Además, recuerdan la importancia de que el paciente siga correctamente los tratamientos y recomiendan apostar por la vigilancia y la prevención precoz desde los centros de salud.