Las alteraciones climáticas ya amenazan la provisión de líquido para la agricultura por la disminución en la disponibilidad de agua dulce, que se prevé que se agudice en las próximas décadas. Además, ocasiona sequías, lluvias torrenciales, inundaciones y aumento del nivel del mar, lo que en conjunto afecta a la situación global del recurso.
«En adaptación es una prioridad. En América Latina el tema es gravísimo. Pero no se le quiere vincular con las negociaciones internacionales de cambio climático, porque el tema tiene su espacio en otras instancias», nos señala la activista Lina Dabbagh, de la internacional Red de Acción Climática.
Dabbagh, quien asistirá a la COP 20, se refiere a la inclusión del agua en el debate de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituirán la agenda post 2015, y el mecanismo interagencias de las Naciones Unidas para todos los asuntos relacionados con el agua dulce y el saneamiento, también conocido como ONU Agua.
La agenda oficial de la conferencia solo incluye cuatro mesas de debate con referencia al recurso hídrico.
Son: «El agua contiene la clave para la mitigación, la adaptación y la construcción de resiliencia: hacia un acuerdo climático», «Intercambio de conocimiento Sur-Sur entre África y el Caribe sobre seguridad hídrica y desarrollo de resiliencia climática», «Una nueva agenda de seguridad: garantizando agua, alimentos, energía y seguridad sanitaria en un clima cambiante» y «Montañas y agua: del conocimiento a la acción».
También mencionan el recurso hídrico de forma marginal los documentos preparatorios de la sociedad civil, cuyo foro paralelo a la COP 20, la Cumbre de los Pueblos, se desarrollará entre los días 8 y 11 de diciembre en la capital peruana.
El informe de síntesis del Grupo Perú COP 20, un colectivo variopinto de organizaciones sociales, no alude al recurso, aunque el colectivo de organizaciones sí lo menciona en su posicionamiento sobre la adaptación al cambio climático, que junto con la mitigación y pérdidas y daños constituyen los tres pilares de los debates de Lima.
Las organizaciones demandan garantizar el acceso al agua y la seguridad alimentaria en el contexto del cambio climático mediante acciones concretas basadas en financiamiento, construcción de capacidades, transferencia de tecnología, eficiencia energética y manejo del conocimiento.
Por su parte, la agenda de la Cumbre de los Pueblos se articula en ocho ejes que incluyen asuntos como calentamiento global y cambio climático, energía y desarrollo bajo en carbono y gestión sostenible del territorio y de sus recursos.
En este último eje se centran las discusiones sobre la preservación de los ecosistemas, el manejo sostenible de la naturaleza y su convivencia armónica con el ser humano, así como la defensa y gestión del agua y las cuencas.
«La inseguridad hídrica es una amenaza», plantea Alberto Palombo, secretario del comité ejecutivo de la Red Interamericana de Recursos Hídricos (RIRH).
«Por eso, tenemos que hablar de la gestión integral inteligente del agua. Los problemas que existen no son de escasez física, sino de gestión adecuada. La disponibilidad está afectada por el cambio climático», nos dice el representante de esta agrupación de redes que involucra a gobiernos, organizaciones sociales, empresas y academias.
América Latina
América Latina posee el 30 por ciento de los recursos hídricos mundiales, pero eso no la salva de tener problemas con el recurso, como su desigual distribución. Según la RIRH, tres de sus cuencas importantes poseen menos del 10 por ciento del agua disponible, debido a su sobreexplotación: la del Valle de México, donde se yergue su capital, la del Pacífico Sur, que abarca Perú, Ecuador, Chile y Argentina, y la del río de la Plata, que incluye a Argentina y Uruguay.
ONU Agua refiere que México posee una disponibilidad de 3.822 metros cúbicos por habitante al año, mientras que ha consumido el 17 por ciento de su reserva de agua dulce, lo que lo sitúa como uno de los casos latinoamericanos más críticos.
El resto ofrece una perspectiva sana, asegura. Las cifras para Guatemala, por ejemplo, son de 8.480 y un 2,6 por ciento, respectivamente. Brasil ostenta 43 528 metros cúbicos por habitante al año y una tasa de agua fresca consumida del 0,86 por ciento. Argentina tiene provisiones por 21 325 metros cúbicos y una tasa de agotamiento del 4,3 por ciento.
Chile y Perú gozan de una gran disponibilidad con 52 854 y 63 159 metros cúbicos, respectivamente. También cuentan con porcentajes relativamente bajos de agotamiento de agua fresca, de casi un cuatro por ciento Chile y menos del uno por ciento Perú.
La Organización Mundial de la Salud estima que una persona necesita al menos 20 litros diarios para satisfacer sus necesidades básicas. Pero zonas de México, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Brasil padecen de uso insostenible del recurso, por lo que están expuestas a estrés hídrico.
El informe «Agua y adaptación al cambio climático en las Américas», elaborado por el Diálogo Regional de Política de Agua y Adaptación al Cambio Climático en las Américas, indica que aumentan las personas de la región que viven en medio de un alto grado de presión sobre los recursos hídricos.
Se trata de personas que cuentan con menos de 1.000 metros cúbicos por habitante y año y que oscilarían entre 34 millones y 93 millones para 2020 y entre 101 millones y 200 millones en 2050.
«Por el cambio climático, el agua sufre de los impactos principales. Por eso, queremos vincular la agenda climática con la de derechos humanos», porque son transversales, plantea Dabbagh. La activista denuncia que «la gente tiene poca información, nadie les dice lo que está pasando, falta trabajo local y plantear soluciones locales».
En marzo próximo, los Estados parte deben presentar a la Convención Marco sus planes nacionales de mitigación, en los cuales se debe considerar el tratamiento del agua. «Garantizar recursos para prevención y adaptación, aplicar mecanismos financieros innovadores, mejorar los mecanismos de gestión, construir infraestructura verde, restaurar y preservar cuencas», sugiere Palombo.
De no revertir las tendencias de recuperación y consumo, Ciudad de México no podrá garantizar el abastecimiento de agua en 2031, Bogotá sufrirá la misma coyuntura en 2033, Santiago llegará a ese extremo en 2043 y Río de Janeiro, en 2050, según estimaciones de la RIRH.
Para los activistas habrá que esperar a otro gran encuentro para que el recurso hídrico adquiera la importancia que tiene en el cambio climático y en el desarrollo sostenible.
Se trata del VII Foro Mundial del Agua, que bajo el lema «Agua para nuestro futuro» congregará a gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y academias en las ciudades surcoreanas de Daegu y Gyeongbuk del 12 al 17 de abril próximo.