Poco antes de las 8 de la mañana, cuando maestros, padres y alumnos llegaban al colegio judío Ozar Hatorah , un hombre que se cubría la cara con un casco disparó indiscriminadamente y huyó en una moto. Las víctimas son un profesor de religión, sus dos hijos de 3 y 6 años y la hija del director del centro, de 9 años. Un adolescente se encuentra herido grave.
La policía ha instalado controles de seguridad inmediatamente en un amplio radio y ha reforzado la seguridad en otros colegios judíos, por si se tratara de un asesinato racista. La semana pasada hubo otros dos ataques en Toulouse y Montauban, en el que murieron tres militares, dos de ellos de origen magrebí, y otro resultó gravemente herido. También el agresor iba en una moto. Según el fiscal, «existen elementos que justifican que se plantee seriamente la cuestión de un vínculo» entre esas matanzas y la de este lunes.
El ataque ha interrumpido la campaña electoral y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha viajado hasta Toulouse, donde ha hablado de «tragedia nacional». Desde la Conferencia de Rabinos Europeos se ha dicho que «este horrible acto es indicativo de una sociedad en la que se permite que la intolerancia persista. Pedimos a las autoridades francesas que den todos los pasos necesarios para garantizar que los autores de este acto sean encontrados y llevados ante la justicia».
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en un comunicado leído por su portavoz, ha enviado sus condolencias a las familias por lo que ha calificado de «crimen intolerable». El presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Jean-Claude Mignon, ha dicho que se trata de una acción «cobarde y abominable» y habrá que determinar si es obra «de un demente o de un nuevo acto antisemita».