«No culpen a Europa, culpen a la mayoría conservadora de Europa». Con esta frase, dirigida a la población griega, el ex primer ministro danés y líder de los socialistas europeos, Poul Nyrup Rasmussen, desenterraba en Atenas el hacha de guerra contra los planes de Merkel y Sarkozy, asumidos en parte por los líderes de las instituciones de la UE, para imponer a los 27 un pacto de competitividad, como condición para aumentar y flexibilizar el fondo de rescate europeo, por considerar que juega a favor de los intereses alemanes.
Los socialistas, en Atenas, y los conservadores, en Helsinki, se reúnen este fin de semana para perfilar sus posiciones antagónicas de cara a la cumbre del próximo viernes, en la que se va a empezar a discutir ese pacto de competitividad. El anfitrión es el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, el líder europeo que más ha sufrido las imposiciones de la UE.
Con una sonada ausencia de los primeros ministros de España y Portugal, los líderes socialistas europeos, la mayoría en la oposición, buscan fórmulas para rechazar ese plan con alternativas viables. Se acepta la austeridad, pero se exigen otras medidas que supongan un verdadero plan de crecimiento, como la imposición de una tasa a las transacciones financieras que, según sus cálculos, aportaría 250.000 millones de euros para invertir en tecnología verde e infraestructuras; o las emisiones de deuda pública para toda la eurozona, que alejaría la presión de los mercados sobre los Estados más débiles.
Rasmussen ha criticado abiertamente a la canciller alemana, Angela Merkel, por su falta de solidaridad ante los problemas de Grecia e Irlanda y por las condiciones leoninas que se impusieron a estos países, especialmente, los altos tipos de interés que pagan por los préstamos de la UE. «Creo que la falta de solidaridad de los conservadores ha ido demasiado lejos», dijo.
Los conservadores apuestan por la disciplina fiscal
En Helsinki, las cosas se ven de otra manera. Los líderes conservadores de la UE, pertenecientes al Partido Popular Europeo, piensan en endurecer las reglas económicas y financieras para fortalecer la moneda única. Con ellos, los jefes de las tres grandes instituciones comunitarias, Barroso, Van Rompuy y Buzek.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, afirmó que «sin disciplina no hay confianza, sin confianza no hay crecimiento y sin crecimiento no hay empleo, y eso es lo que necesitamos en Europa, más crecimiento y más empleo». Barroso dijo que parte de la culpa de la actual crisis financiera la tienen algunos Estados que no respetaron la estricta disciplina del Pacto de Estabilidad europeo.
El Pacto de Competitividad propuesto por Merkel prevé desvincular salarios e inflación, elevar la edad de jubilación, el reconocimiento mutuo de diplomas, limitaciones constitucionales al déficit y la deuda y armonización del impuesto de sociedades. Ante el rechazo general a que Alemania imponga sus tesis, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha asumido en parte las propuestas de Berlín y las presentará como propias a los líderes del Eurogrupo el próximo día 11, manteniendo el espíritu pero restando obligatoriedad a las medidas.