«El hambre retrocede», aunque no al ritmo que nos gustaría a todos. Cada día mueren desnutridos 8.500 niños en el mundo, muchos menos que hace una década. Aún así son demasiados. Existe un tratamiento eficaz contra la desnutrición, pero solo uno de cada diez tiene acceso. Acabar con el hambre es uno de los Objetivos del Milenio. No se ha alcanzado, pero sí se ha conseguido que haya 26 millones de personas menos que pasan hambre en el último año y que 38 países cumplan ese objetivo.
La India construye armas nucleares, pero un 20% de su población padece desnutrición moderada o grave. Pakistán, compra armas nucleares, pero un 15% de su población pasan hambre. China es una potencia económica mundial, pero el 3% de sus ciudadanos, tienen hambre. Nigeria tiene petróleo, pero el 14% de los nigerianos no comen lo suficiente. Junto a ellos se encuentran Indonesia, Bangladesh, Etiopía, República Democrática del Congo, los dos Sudán, Filipinas o Sri Lanka. Países con altas tasas de malnutrición, según datos facilitados por Unicef.
Unos 52 millones de niños padecen malnutrición de forma moderada o severa, 19 millones de forma severa. Hay soluciones, pero hay que aplicarlas. Aunque hay tratamientos eficaces y asequibles que ayudan a acabar con la desnutrición el acceso a esos tratamientos es muy difícil en varios países del mundo. Ayudar a un niño en la fase temprana de la desnutrición cuesta unos pocos euros, tenerlo que hacer cuando la situación es «in extremis» es cien veces más caro. «Hay que actuar rápido... un euro detinado a la prevención ahorra entre 4 y 7 euros», dice la Comisaria de Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria, la búlgara Kristalina Georgieva. Y eso pasa en un mundo que produce suficiente alimentos para todos, para los más de 7.000 millones de personas que actualmente habitan el planeta.
Coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación, Acción contra el Hambre y ECHO (Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea), han creado la «No Hunger Orchestra», para demostrar que los alimentos, igual que la música, mueven el mundo. La orquesta es una banda que toca instrumentos hechos con partes no comestibles de alimentos para reivindicar el poder de la nutrición. Los músicos que la forman, entre los que participan Edurne, Ara Malikian, o Sara Pi, actuaron el domingo de forma simultánea en Madrid, París y Londres. Miles de personas han disfrutado de su música en las emblemáticas plazas de Callao (Madrid), St. Pancras (Londres) y la sala l'Alhambra (París).