El martes de la semana pasada, los congresistas estadounidenses Ileana Ros-Lehtinen y Brad Sherman presentaron la Ley de Reforma y Modernización para la No Proliferación en Irán, Corea del Norte y Siria, que entre otras cosas actualiza normas para impedir que Damasco reciba tecnología.
Los líderes opositores del Consejo Nacional Sirio celebraron la adopción de estas medidas destinadas a socavar la capacidad del régimen de Al Assad para mantener su aparato de seguridad, pero muchos observadores critican las sanciones porque, sostienen, dañan al pueblo y no al gobierno de Siria. La revista británica The Economist estima en 400 millones de dólares mensuales el efecto directo de las sanciones internacionales, el reflejo que han tenido en la economía cotidiana del país ha sido devastador, se han disparado los precios de los alimentos y devaluado la libra siria.
A pesar de los significativos recortes comerciales de la mayoría de sus vecinos, Siria aún goza de fuertes relaciones económicas con Iraq, Libia e Irán, así como con China y Rusia, que se resisten a condenar la violenta represión lanzada por el régimen. El resultado es que el verdadero efecto de las sanciones internacionales y su capacidad de afectar a las arcas del Estado sirio todavía está por verse.
Además de las sanciones, Washington ha incrementado su apoyo a la oposición a Al Assad, mientras condena y restringe a su régimen. La administración de Barack Obama anunció el regreso del embajador Robert Ford a su puesto en Damasco, en tanto que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, mantenía reuniones directas con representantes de la oposición siria por primera vez. Clinton se refirió al Consejo como «el principal y legítimo representante de los sirios que buscan una transición pacífica y democrática», y acusó al régimen de fomentar la violencia sectaria.
No obstante, funcionarios de Washington siguen expresando dudas sobre la legitimidad del Consejo, cuestionando su eficacia para controlar los acontecimientos sobre el terreno y manifestando preocupación por la aparentemente desproporcionada presencia de miembros afiliados a grupos islamistas.
Un informe sobre Siria del Grupo Internacional de Crisis detalla las complejidades del levantamiento contra Al Assad. Desde la cautela mostrada por las comunidades minoritarias hasta los crecientes vínculos de la oposición con actores regionales e internacionales, así como el aumento de la violencia. Aunque reconoce que el régimen sirio estaría cerca de su final, alerta sobre la «creciente internacionalización» del conflicto, que podría ser «imposible de detener» y que «distraería las metas del movimiento opositor y disminuiría sus posibilidades de éxito». El informe detalla el significativo interés de Estados Unidos, Israel, Líbano, Irán, Arabia Saudita y Turquía por moldear el futuro de Siria.
La aceptación de la necesidad de una acción internacional para poner fin al conflicto, algo que antes se consideraba tabú por la abrumadora mayoría de los manifestantes sirios, comienza a ganar adeptos en los círculos del Consejo. En una entrevista con el periódico libanés Al Mustaqbal, el presidente del Consejo, Burhan Ghalyoun, se negó explícitamente a afirmar su postura sobre una intervención militar, una clara diferencia respecto a pasadas declaraciones, en las que rechazaba la idea de plano. Quizá lo más significativo es que Ghalyoun anunció que el Consejo suspendería todo financiación y apoyo de la organización libanesa Hezbolá y de la palestina Hamás.
Posiblemente sea una respuesta al apoyo dado por Hezbolá a Al Assad, pero también una señal a Occidente de que el movimiento opositor está dispuesto a cortar ese tipo de lazos. Ghalyoun anunció también que promovería una resolución de la disputa por los Altos del Golán a través de «medios diplomáticos» y establecería «especiales relaciones con potencias europeas y occidentales».
A la vista de esas declaraciones de Ghalyoun, el director del Programa de Estudios sobre Medio Oriente en la Universidad George Mason, Bassam Haddad, se preguntaba «¿Por qué las estrategias de un gobierno sirio potencialmente democrático se anuncian antes de que se den las condiciones apropiadas para que asuma cualquier liderazgo?»
El informe del Grupo Internacional de Crisis también alerta de una creciente militarización de la oposición siria, que ha dejado de ser una resistencia no violenta para perpetrar ataques armados y maniobras militares coordinadas. Días atrás, unidades militares disidentes conocidas como el Ejército Sirio Libre atacaron un complejo fuera de Damasco, y miembros de la oposición armados parecen haber ganado posiciones en partes de Idlib, Hama y Homs. Aunque el Consejo asegura a los observadores internacionales que el Ejército Libre Sirio es confiable, coordinado y responsable, sus fuerzas siguen generando dudas.
Mientras, la violencia se propaga en todo el país. Varias ciudades han sido escenario de olas de ataques, represalias, secuestros e incluso decapitaciones, por lo general cometidos por leales al régimen, pero cada vez más también por opositores.