El presupuesto de la UE para 2011 se ha convertido en una batalla entre eurodiputados y gobiernos que supera el ámbito económico y entra de lleno en la lucha por el poder político.
Las negociaciones para aprobar las cuentas de la Unión para el año próximo han fracasado estrepitosamente. La Eurocámara había aceptado rebajar sus previsiones iniciales de aumentar el presupuesto en un 6,1% hasta el 2,9%, atendiendo a las reclamaciones de austeridad que hicieron los Estados, en consonancia con los recortes nacionales que se están aplicando.
Pero, a cambio, el Parlamento exigía tener un papel determinante en las negociaciones para crear nuevos recursos financieros, o sea, implantar un nuevo impuesto europeo, y en las que se iniciarán en enero sobre las Perspectivas financieras, el presupuesto plurianual de la UE 2014-2020.
Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Suecia y Finlandia no han aceptado las exigencias parlamentarias por entender que exceden las competencias que le otorga el Tratado de Lisboa y que corresponden a los Estados miembros de la UE. Como se requiere unanimidad para la aprobación, la negociación ha fracasado.
La Comisión europea tiene la posibilidad de presentar otro proyecto pero sin tiempo real para una nueva negociación antes de que acabe el año, por tanto, si no hay acuerdo antes, se prorrogarán automáticamente las cuentas de 2010.
Según el comisario europeo de Presupuesto, Janusz Lewandowski, eso significaría que no habría fondos para financiar el nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior, el sistema de supervisión financiera, el reactor experimental ITER, el Fondo de Solidaridad o la ayuda de emergencia.