La multitud ha enviado un mensaje contundente al gobierno: no a la explotación de níquel. La controversia comenzó cuando el ministro de Minería, Milan Bacevic, anunció a principios de este mes que Mokra Gora, un parque natural protegido de 10.813 kilómetros cuadrados, tenía más de cuatro millones de toneladas de depósitos de este metal. También informó que varias compañías internacionales estaban interesadas en explotar esa riqueza, lo que atraería al país unos 1.120 millones de euros en inversiones.
Al igual que otros países de la región, Serbia está al borde de la bancarrota por la crisis económica y financiera que azota Europa. El nuevo gobierno, que asumió el poder en julio, hizo muchas promesas para mejorar las condiciones de vida y disminuir el desempleo, que afecta al 25,5 por ciento de la población económicamente activa. Además según el instituto estatal de Estrategia para la reducción de la pobreza, el 13,2 por ciento de sus habitantes son pobres.
Entre los esfuerzos para superar la depresión económica se incluyen diversos planes para atraer distintos tipos de inversiones extranjeras, entre ellas la explotación de níquel. Es un metal utilizado por cientos de millones de personas todos los días en miles de productos. Se encuentra en los más diversos artículos, desde baterías hasta discos duros de ordenadores. Por ejemplo, de la aleación de níquel y hierro surge el acero inoxidable, utilizado en utensilios de cocina, cubiertos, electrodomésticos, equipos informáticos, instrumentos quirúrgicos, tanques de almacenamiento, armas, joyas y relojes.
Pero aun quienes tienen dificultades para llegar a fin de mes no están dispuestos a aceptar el enorme costo ambiental y social de un proyecto de explotación de níquel, el que actualmente se vende a 11.600 euros la tonelada. «La tecnología para su extracción es de las más contaminantes del mundo», explica el profesor Vidojko Jovic, de la Facultad de Minería y Geología de la Universidad de Belgrado. «Implica extraerlo del mineral, purificarlo con ácido sulfúrico en instalaciones adecuadas, lo que genera emisiones de gases contaminantes y vertidos que agreden a la vegetación del entorno, así como al terreno, el subsuelo y las aguas superficiales». «No hay un método limpio para esto. La contaminación (de los sitios de extracción) se propaga de 50 a 100 kilómetros»..
Las repercusiones para la salud de la explotación y producción de níquel, que por lo general perjudican a la población local, incluyen problemas en los pulmones y el estómago, náuseas y diarrea, entre otros.
¿Movimiento de masas?
El asunto concentró la atención pública hace unos días, cuando el reconocido cineasta Emir Kusturica creó el Grupo para la Protección de Serbia con el fin de concienciar a la población para oponerse a la extracción de níquel. Kusturica, también director del parque nacional Mokra Gora, rápidamente obtuvo el apoyo de los alcaldes de las ciudades de Topola, Arandjelovac y Vrnjacka Banja, en el centro de Serbia, que son populares destinos turísticos y áreas vitivinícolas. Arguyó que la extracción de níquel para la exportación tendrá un enorme impacto sobre la salud de las poblaciones circundantes y que no se reinvertirá nada en las comunidades locales.
En declaraciones a la prensa en Mokra Gora, Kusturica arremetió contra un proyecto que puede causar «la muerte de millones de personas por unos 1.000 millones de euros». «No permitiré que nadie excave ni investigue cerca de mis viñedos», replicaba uno de los propietarios de las mayores bodegas serbias, Boza Aleksandrovic. «Serbia exporta productos agrícolas por mucho más de lo que prometió invertir Bacevic. Es nuestro principal negocio de exportación», remarca. Jovic señala que grandes productores de níquel, como Canadá, introdujeron complejos métodos de extracción del mineral, pero tales instalaciones «no son posibles en áreas densamente pobladas como las que hay en Serbia, rodeadas de tierras cultivadas muy desarrolladas».
En 1996 y 2006 ya fracasaron dos proyectos de extracción de níquel en Serbia, en 1996 y 2006, por cuestiones medioambientales y posibles consecuencias para la salud, pese a las ofertas presentadas por corporaciones multinacionales. Pero las anteriores manifestaciones públicas de oposición no se pueden comparar a la movilización de masas que generó el grupo de Kusturica, con casi todos los medios de comunicación apoyando de forma incondicional el movimiento, en una rara demostración de unidad.
Fotografías de la ciudad rusa de Norilsk, donde casi un siglo de explotación de níquel dejó un páramo, inundaron este mes los periódicos y las redes sociales serbias. Casi todas las grandes publicaciones difundieron estadísticas mundiales sobre los problemas de salud que conlleva la extracción de níquel.
Gobierno sordo a la oposición
La tecnología que se usará en Serbia tendrá la «mayor sofisticación» y será totalmente distinta a la empleada en Norilsk, aseguró, en defensa del proyecto, explica el ministro Bacevic con la intención de «calmar a la nación». Acusó a la prensa de recurrir a un «conocido fraude» para «asustar a la población».
Como prueba de los beneficios de la producción de níquel, presentó una fotografía en blanco y negro de una fábrica de Kavadarci, en la República de Macedonia, que supuestamente llevó la prosperidad a esa ciudad de 29.000 habitantes gracias a la extracción de 12.000 toneladas de metal al año. «Es una lástima que no haya fotografías a color de Feni (la fábrica de níquel de Kavadarci) y sus alrededores», señala Roberto Parizov, director de la organización ecologista Eko Zivot, de esa ciudad de Macedonia. Recuerda que «hace décadas que se está envenenando a la gente».
El periódico Utrinski Vesnik, de Macedonia, publicó la declaración de un ingeniero local, Blazo Boev, que dice: «Kavadarci y sus alrededores fueron convertidos en un páramo y un basurero». «Ojalá nunca se hubiera abierto Feni, pero ya es demasiado tarde», dijo Parizov, en una triste advertencia a Serbia.