Por primera vez desde la guerra de la antigua Yugoslavia, en los 90, un presidente serbio ha visitado Croacia y lo ha hecho en Vukovar, uno de los símbolos del horror de la contienda, donde los serbios sometieron al asedio a la ciudad y cometieron todo tipo de atrocidades.
«Estoy aquí para expresar mi respeto a las víctimas, para pedir perdón, para expresar nuestro arrepentimiento y para permitir que Serbia y Croacia abran una nueva página», dijo el presidente serbio, Boris Tadic, en el acto de reconciliación, acompañado de su colega croata, Ivo Josipovic.
Vukovar sufrió tres meses de bombardeos hasta que fue conquistada por el Ejército Popular Serbio. Después sus ciudadanos fueron víctimas de una trágica represión. Un capítulo especialmente sangriento fue la matanza de 200 enfermos de un hospital, a los que ahora Tadic ha rendido homenaje ante la fosa común donde están enterrados. «Nuestros hijos no deben asumir el peso de los conflictos de los 90; Serbia quiere mantener relaciones de buena vecindad y cooperación», dijo el jefe de Estado serbio.
Sin embargo, lo que es un gesto importante para la comunidad internacional, no lo es tanto para los vecinos de Vukovar. Media ciudad permanece en ruinas y la tasa de paro llega al 30%. El gobierno croata aún busca a unos mil desaparecidos en la guerra, y casi la mitad eran de la ciudad. Serbia ha entregado en su visita los documentos incautados allí durante la ocupación.
El gobierno de Belgrado intenta por todos los medios la aceptación de la UE como país candidato a la adhesión y Bruselas recibe con satisfacción cada paso. El comisario europeo de Ampliación, Füle, ha destacado la importancia de las relaciones de buena vecindad y la cooperación entre Serbia y Croacia en el proceso de integración de los dos países.