DURBAN, Sudáfrica, (IPS)- Documentos negociados en Durban reconocen que la reducción necesaria de emisiones de gases invernadero, según estudios científicos, debe ser del 25 al 40 por ciento para 2020. Esos recortes y plazos son vitales para impedir que el planeta se recaliente más de dos grados, lo que significaría una catástrofe ambiental aún mayor. El borrador señala que esa debe ser la meta definida en la COP 18.
«Necesitamos un acuerdo sobre esa meta, fundamentada en la ciencia, el año próximo a más tardar», afirmó el ministro de Asuntos Exteriores de Granada, Karl Hood, y representante de la Alianza de Pequeños Estados Insulares. «Y queremos que esos objetivos sean legalmente adoptados antes de 2017», subrayó. Hood nos dijo que esperar hasta 2020 para cerrar la brecha era «inaceptable», significaría un «desastre para los pequeños estados insulares», que ya sufren los impactos del cambio climático.
El mundo tiene apenas meses para poder recortar las emisiones de gases generados por la quema de combustibles fósiles de forma que el recalentamiento planetario no supere los dos grados. Si esto se demora unos años, las reducciones extraordinarias necesarias para dar marcha atrás en el proceso podrían llevar a la bancarrota a la economía mundial y revertirían avances en el desarrollo de la mayoría de los países, alertaron expertos en Durban.
«Estamos aquí para decirles a los políticos que nos acercamos peligrosamente a un punto en el que no podremos alcanzar la meta de menos de dos grados» en el recalentamiento planetario, dijo el científico Bill Hare, director de Climate Analytics, grupo sin fines de lucro asesor en temas climáticos con sede en Alemania. Los actuales compromisos de reducción de emisiones, acordados en laCOP 15 de Copenhague, en 2009, permiten un recalentamiento de hasta 3,5 grados, dijo Hare.
Hoy, esas promesas siguen esencialmente iguales, y eso significa que las opciones del mundo para no superar un recalentamiento de dos grados se hacen cada vez más pequeñas, subrayó en conferencia de prensa en Durban. «Para decirlo claramente, cuanto más esperamos, menos opciones tendremos, más nos costará y mayor será la amenaza para los más vulnerables», señaló. Las emisiones mundiales generadas por la quema de combustibles fósiles se incrementaron un 49 por ciento desde 1990 y alcanzaron un récord de 48.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) en 2010, con la probabilidad de que lleguen a 50.000 millones este año, indicó el científico.
Gracias al efecto moderador de los océanos, el planeta se ha recalentado solo 0,8 grados en promedio. Sin embargo, muchas partes de la Tierra registraron un aumento de las temperaturas mucho mayores. La ciencia muestra que las emisiones globales deben caer hasta 44.000 millones de toneladas para 2020 y seguir disminuyendo un dos por ciento cada año, una meta que la comunidad internacional, fuertemente dependiente de los combustibles fósiles, encontrará «sumamente difícil» de alcanzar, pero aun así es realizable, aseguró.
Si los países prefieren limitarse a cumplir los compromisos asumidos en Copenhague, las liberaciones de gases invernadero mundiales probablemente crecerán entre 9.000 millones y 11.000 millones de toneladas por encima de la meta de 44.000 millones, creando una «brecha de emisiones» considerable, alertó Niklas Höhne, director de Políticas de Energía y Climáticas de Ecofys, organización consultora sobre energía.
«Nuestros resultados van de acuerdo con el Informe sobre Brecha de Emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUD), divulgado al inicio de las conversaciones en Durban», nos dijo. Llama la atención que muchos de los temas sometidos a un intenso debate en la COP 17 --biocombustibles, agricultura, créditos del carbono para la protección de bosques, captura y almacenamiento de dióxido de carbono-- no son considerados importantes por los científicos para reducir las emisiones.
«Con los biocombustibles hay que estar muy seguros de que no deriven en un incremento de las emisiones», dijo Höhne. Varios estudios recientes sobre biodiésel en base a aceite de palma y etanol de maíz indican que sus emisiones netas son más altas que las generadas por la quema de combustibles fósiles cuando se calcula todo su ciclo de vida. Los biocombustibles no tienen probabilidades de constituir un método significativo para reducir las emisiones, coincidió Höhne, y la agricultura está en la misma categoría. Las prácticas de cultivo pueden ser alteradas para recortar las liberaciones de gases pero, según estudios de diversos escenarios, solo llenarían parte de la brecha.
La brecha de emisiones solo puede ser salvada con una combinación que mejore la eficiencia energética en todos los sectores con un significativo incremento del uso de fuentes renovables, incluyendo biomasa, pasando del uso del carbón al gas natural. El costo de este cambio es relativamente bajo: 38 dólares por tonelada de CO2 que no es liberada a la atmósfera. Pero esperar hasta 2020 será mucho más caro. Cada dólar que no se destine a la reducción de emisiones del sector energético requerirá una inversión adicional de 4,3 dólares a partir de ese año, para compensar todos los gases contaminantes que se han liberado hasta entonces.
Así lo señala el informe «Perspectiva Mundial de Energía la 2011», de la Agencia Internacional de la Energía. Esperar hasta 2020 «es un riesgo que no queremos tomar», dijo Höhne. Pero los delegados en Durban parecen no comprenderlo. Al menos «No actúan como si lo comprendieran», dijo, señalando que en 17 años de negociaciones no se ha llegado a un acuerdo para reducir sustancialmente las emisiones.