La canciller alemana, Angela Merkel y el presidente ruso, Dimitri Medvédev han abierto la espita del gasoducto que une la ciudad rusa de Viborg con la ciudad alemana de Greifswald atravesando las aguas territoriales y zonas económicas exclusivas de Dinamarca, Suecia, Finlandia, Rusia y Alemania.
A la ceremonia han asistido también, el primer ministro holandés, Mark Rutte, y el francés François Fillon y el comisario europeo de energía Günter Oettinger. Empresas de Francia y Holanda junto a otras alemanas tienen una participación activa en los yacimientos rusos de gas.
El gigante ruso Gazprom, que posee el 51% de las acciones de Nord Stream, tiene contratos firmados para suministrar gas a Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Francia y Reino Unido, que por un lado se liberan del peligro de desabastecimiento que tenían con Bielorrusia y Ucrania. Ahora las canalizaciones no pasan por estos países pero aumenta la dependencia de Rusia que suministra un cuarto del gas que una parte de Europa necesita.
El gasoducto no está lejos de la polémica política. Polonia y otros Estados vecinos se quejan de que tendrán que discutir en soledad con Rusia el precio del gas.
El proyecto Nord Stream fue pactado en 2005 entre el entonces presidente ruso Vladimir Puttin y el que era canciller de Alemania Gerhard Schroeder, que hoy preside el comité de accionistas del gasoducto.
El presidente ruso, Medvédev, aprovechó la inauguración para pedir una pronta exención de visados en la UE para los ciudadanos rusos